Joseph Edouard Gaetjens (Joe) había nacido en Puerto Príncipe, Haití, en 1924, en una familia acomodada. Su padre, alemán, lo anotó en la embajada germana, pero Joe (así se lo conoció) nunca tomó esa nacionalidad.
De chico empezó a practicar fútbol y, luego de ganar un par de ligas como jugador de Etoile Haitienne, se marchó a Estados Unidos para estudiar. Trabajando en un restaurante en Harlem, su jefe lo convenció de enrolarse en el equipo de Brookhattan de la American Soccer League. En una temporada se convirtió en el goleador del torneo y llevó al elenco a la final.
La Selección de Fútbol de Estados Unidos lo convocó para formar parte del plantel que iba a disputar el Mundial de 1950, el primero que se jugaba después de la Segunda Guerra Mundial. Joe no era estadounidense, pero su promesa formal de nacionalizarse le alcanzó para anotarse.
El 29 de junio, Estados Unidos enfrentó a su “Madre Patria”, Inglaterra. El equipo americano venía de perder contra España, mientras el británico había derrotado a Chile, por el grupo 2 del Mundial de Brasil. Ante el asombro de diez mil espectadores, Estados Unidos ganó 1 a 0 y el gol lo marcó Gaetjens. Días después Zarra anotó el tanto con que España eliminó a la selección inglesa.
El haitiano fue considerado un héroe deportivo en Norteamérica. Años más tarde jugó en Francia y volvió a Haití. Incluso pudo disputar algunos partidos con su selección natal pues no se había nacionalizado. Fue imagen publicitaria de firmas muy importantes y, en su retiro, se transformó en exitoso empresario.
Dos de sus hermanos se exiliaron en República Dominicana y fueron acusados de un intento de golpe contra el presidente haitiano François Duvalier. Cuando este se proclamó presidente vitalicio, el 7 de julio de 1964, la familia de Joe se fue del país. Él pensaba que estaría libre de problemas, pues no se metía en política.
Craso error. Al otro día fue arrestado. Nunca más se supo nada. Probablemente fue torturado y asesinado un día como hoy de hace exactamente seis décadas.
En 1976 ingresó a título póstumo en el Salón de la Fama del fútbol de Estados Unidos, donde sigue siendo recordado por el gol que marcó a Inglaterra en el Mundial de 1950. Su propio país también quiso reconocerlo con un acto oficial en el 2000, pero el homenaje se canceló.