Donald Trump juró como el 47.º presidente de Estados Unidos, marcando un regreso político sin precedentes tras superar juicios políticos, acusaciones criminales y un panorama polarizado. En su discurso inaugural, Trump prometió una “restauración completa de Estados Unidos” mediante decretos para restringir la inmigración, revitalizar la industria de combustibles fósiles y eliminar programas de diversidad en el gobierno federal.
Además, destacó la “nueva era emocionante de éxito nacional” que busca instaurar, alineada con su política de “Estados Unidos Primero”. La ceremonia, afectada por el frío, se trasladó al interior del Capitolio y congregó a líderes políticos y tecnológicos clave.
La administración de Trump ya ha preparado una serie de medidas ejecutivas destinadas a remodelar las instituciones del país. Entre las más destacadas están la apertura de nuevas perforaciones petroleras, aranceles a importaciones y una revisión de las políticas climáticas.
Trump también ha prometido indultos para algunos participantes en el asalto al Capitolio en 2021 y ha señalado que su segundo mandato se centrará en la retribución contra oponentes políticos.
Este enfoque refuerza su control sobre el Partido Republicano y destaca su capacidad para reorganizar la estructura política y económica del país.
En el ámbito internacional, la política de “Estados Unidos Primero” genera expectativas y preocupación, especialmente mientras la guerra en Ucrania continúa y se estabiliza un frágil alto al fuego en Gaza.
La toma de posesión estuvo marcada por un contraste evidente con las tensiones del pasado, incluyendo un inusual gesto de cortesía entre Trump y Biden durante el traspaso del poder.
No obstante, el retorno de Trump al poder refleja un cambio significativo en la política estadounidense, con implicaciones profundas tanto a nivel nacional como global.