El ministro de Defensa de Israel, Yoav Gallant, emitió una advertencia pública contra el recién designado líder de Hezbolá, el jeque Naim Kassem, asegurando que su mandato es “temporal” y que “la cuenta regresiva ha empezado”.
Esta declaración marca una nueva escalada en las tensiones entre Israel y el grupo chiita libanés, que ya ha sufrido recientemente la pérdida de dos de sus líderes más prominentes en ataques atribuidos a Israel.
Naim Kassem asumió la dirigencia de Hezbolá tras la muerte de Hassan Nasrallah, quien falleció en un ataque aéreo israelí sobre Beirut el mes pasado. La sucesión de ataques a figuras de Hezbolá subraya el esfuerzo de Israel por debilitar la estructura de liderazgo del grupo y desestabilizar su operatividad en la región.
La ofensiva continúa mientras Israel recalca su disposición a actuar preventivamente contra cualquier amenaza que surja desde el Líbano.
El anuncio de Gallant también se suma al asesinato de Hashem Safieddine, otro destacado miembro de Hezbolá y figura cercana a la cúpula del grupo.
La estrategia de Israel se centra en minimizar la capacidad de Hezbolá de responder o coordinar ataques, manteniendo una presión constante sobre la organización. Este enfoque refleja la postura inquebrantable de Israel hacia la desarticulación de amenazas que percibe desde Líbano.