Las declaraciones del presidente electo de EE.UU., Donald Trump, sobre la posibilidad de usar la fuerza militar para obtener control sobre Groenlandia han generado preocupación entre los miembros de la OTAN y la Unión Europea.
Aunque Groenlandia es territorio autónomo de Dinamarca, su membresía en la OTAN coloca a la isla bajo el amparo del artículo 5 del Tratado del Atlántico Norte, que establece que un ataque contra un miembro es un ataque contra todos.
Este escenario plantea un dilema inédito: una posible confrontación entre dos aliados dentro de la misma Alianza.
Líderes europeos, como los de Francia y Alemania, han rechazado categóricamente las declaraciones de Trump, calificándolas como inaceptables. Analistas señalan que una acción militar de EE.UU.
contra Groenlandia no solo violaría los principios fundacionales de la OTAN, sino que también desestabilizaría el frente occidental en temas globales, como el apoyo conjunto a Ucrania.
Por su parte, Dinamarca podría invocar el artículo 4 del Tratado para solicitar consultas conjuntas ante una amenaza a su integridad territorial.
Aunque varios expertos consideran improbable que EE.UU. tome acciones concretas contra Groenlandia, las declaraciones de Trump han reavivado tensiones diplomáticas y planteado dudas sobre el futuro de las relaciones dentro de la OTAN.
En este contexto, el secretario general de la Alianza aún no se ha pronunciado, dejando a los Estados miembros en incertidumbre sobre cómo abordar esta potencial crisis interna.