El ejército israelí bombardeó este lunes la casa del médico gazatí Hani Badran, causando la muerte de 17 miembros de su familia, incluidos sus hijos, padres y hermanos, según denunció el Ministerio de Sanidad de Gaza. Badran, cardiólogo en el Hospital Al Shifa, había dedicado su vida a salvar otras en medio del asedio.
El bombardeo ocurrió en Beit Lahia, una de las zonas más castigadas en el norte de Gaza, donde las fuerzas israelíes mantienen un asedio que ya ha dejado casi 2.000 muertos en ese sector específico, según fuentes locales.
Desde el inicio del conflicto, la situación humanitaria en Gaza ha empeorado drásticamente. Según la ONU, más de 306 trabajadores humanitarios han perdido la vida, la mayoría de ellos palestinos, mientras que cerca de 1.000 trabajadores sanitarios han muerto y otros 370 han sido detenidos.
Las instalaciones médicas no han sido un refugio seguro; al menos 516 centros de salud han sido atacados, causando 765 muertes, según la Organización Mundial de la Salud (OMS). Estos ataques han dejado a Gaza al borde del colapso, dificultando el acceso a atención médica en medio de una creciente crisis humanitaria.
El último balance de víctimas refleja una escalada continua de la violencia en Gaza. Solo este lunes, al menos 46 personas, entre ellas 30 en el norte de la Franja, han muerto por nuevos ataques israelíes, según la agencia Wafa.
A lo largo de más de 13 meses de guerra, las cifras son devastadoras: más de 43.900 gazatíes han fallecido, casi el 70% de ellos mujeres y niños, mientras que más de 103.800 han resultado heridos.
Se estima que unas 10.000 personas siguen atrapadas bajo los escombros, sin que los equipos de rescate puedan llegar a ellas debido a la intensidad de los bombardeos y la falta de equipo necesario.