En el debate presidencial entre Donald Trump y Kamala Harris, ambos candidatos presentaron visiones marcadamente distintas para el futuro de Estados Unidos.
Trump criticó la administración de Joe Biden, acusando a Harris de permitir una crisis migratoria y una serie de problemas globales que, según él, no habrían ocurrido bajo su mandato.
Harris, por su parte, se presentó como una líder capaz de unificar al país, subrayando que gobernaría para todos los estadounidenses, al tiempo que criticaba los ataques constantes de Trump.
Uno de los temas más tensos fue el aborto, con Harris destacando las consecuencias de la anulación de Roe vs. Wade, mencionando casos de mujeres que no pueden acceder a servicios médicos esenciales.
Trump defendió su rol en la decisión, insistiendo en que el tema debía ser controlado por los estados.
En varios momentos, Trump se desvió hacia teorías de conspiración, mientras Harris mantenía un enfoque más centrado en los votantes y los problemas que enfrentan.
En general, Harris se mostró más controlada y estratégica, mientras que Trump se dedicó a atacar a su oponente y a defender sus posturas pasadas, sin ofrecer muchos detalles sobre sus propuestas.
A lo largo del debate, Trump mordió el anzuelo de Harris en varios momentos, distrayéndose con temas menores, mientras ella buscaba conectar con el electorado.