La deuda de EE.UU. ha alcanzado un nivel tan alarmante que los intereses diarios ascienden a 3.000 millones de dólares, según los últimos datos del Departamento del Tesoro.
Esta situación ha sido impulsada por la agresiva política monetaria de la Reserva Federal para combatir la inflación, lo que ha elevado los costos del servicio de la deuda al incrementar los rendimientos de los bonos del Tesoro.
Desde 2020, los gastos en intereses se han duplicado, aumentando significativamente el impacto en la economía del país.
Aunque algunos economistas esperan que la Reserva Federal reduzca las tasas de interés para aliviar esta carga, la deuda y el déficit siguen aumentando.
Se estima que, independientemente de quién gane las próximas elecciones presidenciales, tanto los planes fiscales de Donald Trump como los de Kamala Harris contribuirán a un incremento sustancial del déficit presupuestario en los próximos diez años.
Los analistas de JPMorgan describen la situación como «insostenible», advirtiendo que la política fiscal post-pandemia ha sido excesivamente despilfarradora.
Esta tendencia continúa afectando la inversión privada y aumentando la presión sobre los recursos financieros del país.