La toma de posesión de Donald Trump como presidente de Estados Unidos el próximo 20 de enero se llevará a cabo bajo estrictas medidas de seguridad, en un contexto marcado por eventos simultáneos de alto riesgo.
Además del acto inaugural, Washington será escenario del funeral de Estado del expresidente Jimmy Carter, un recuento electoral clave y un gran mitin de simpatizantes de Trump el 19 de enero.
Estos acontecimientos, catalogados como de máxima importancia por el Servicio Secreto, han requerido la movilización de recursos extraordinarios y la implementación de protocolos avanzados para garantizar la seguridad.
La ceremonia, que tendrá lugar en el frente oeste del Capitolio, contará con medidas visibles como la presencia de agentes federales y policías, así como operaciones encubiertas con dispositivos de detección de bombas y francotiradores.
Trump, acompañado por su vicepresidente JD Vance, tomará juramento ante una audiencia que incluirá al presidente saliente, Joe Biden, y a varios expresidentes.
En una decisión inusual, Trump ha extendido invitaciones a líderes mundiales para asistir a su investidura, destacando la confirmación de Javier Milei, presidente de Argentina, entre los asistentes.
Según Matt McCool, agente especial del Servicio Secreto, este tipo de coincidencia de eventos de alto perfil en un corto período es algo sin precedentes. Sin embargo, aseguró que los organismos de seguridad están preparados para manejar la situación con flexibilidad y precisión.
La combinación de actos políticos, diplomáticos y sociales convierte a Washington en el epicentro de la atención nacional e internacional, con medidas diseñadas para evitar cualquier incidente que pueda empañar la histórica ocasión.