El secretario de Estado de EE.UU., Antony Blinken, afirmó que Ucrania debe tomar “decisiones difíciles” sobre la movilización de sus ciudadanos para reforzar su capacidad militar en el conflicto con Rusia.
Durante una rueda de prensa en Bruselas, Blinken subrayó que “incluso con dinero y municiones, es imprescindible tener soldados en primera línea”, enfatizando que EE.UU. se compromete a proporcionar entrenamiento y equipamiento a las tropas ucranianas.
Estas declaraciones llegan en un momento crítico, en el que el gobierno de Volodímir Zelenski enfrenta presiones internas y externas para aumentar los efectivos militares.
El gobierno estadounidense propuso recientemente reducir la edad mínima de reclutamiento en Ucrania de 25 a 18 años, una medida que Zelenski rechazó debido a la escasez demográfica en las generaciones más jóvenes.
Según estimaciones, los varones menores de 30 años forman una de las cohortes más reducidas en la historia moderna de Ucrania, consecuencia del colapso de la natalidad tras la disolución de la URSS y los estragos de las guerras mundiales.
A pesar de ello, Ucrania ya redujo la edad de reclutamiento de 27 a 25 años en abril, pero la creciente necesidad de tropas intensifica el debate sobre una mayor ampliación de la movilización.
Mientras tanto, persisten controversias sobre métodos coercitivos de reclutamiento en Ucrania, incluyendo denuncias de detenciones forzosas en calles, hogares y transporte público.
Estas prácticas han generado un descontento significativo entre la población, provocando protestas y enfrentamientos con los reclutadores.
En este contexto, la movilización se ha convertido no solo en una cuestión estratégica militar, sino también en un desafío político y social para el gobierno ucraniano, que debe equilibrar las demandas de sus aliados con la estabilidad interna del país.