El 16 de octubre de 2024, como cada año desde 1979, se celebra el Día Mundial de la Alimentación, una fecha clave en el calendario internacional promovida por la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO). Este día tiene como objetivo concientizar sobre la importancia de garantizar que todas las personas, sin importar su condición o lugar de origen, tengan acceso a una alimentación suficiente, nutritiva y asequible.
El lema de este año, “Derecho a los alimentos para una vida y un futuro mejores”, busca reafirmar que el acceso a los alimentos es un derecho humano fundamental, estrechamente ligado a la erradicación del hambre, un objetivo crucial en la Agenda 2030 de la ONU.
El hambre sigue siendo uno de los problemas más graves a nivel mundial. La FAO estima que casi una de cada diez personas en el mundo padece desnutrición, mientras que más de tres mil millones no pueden permitirse una dieta saludable. En el contexto actual, marcado por el cambio climático, los conflictos geopolíticos y las crisis económicas, el acceso a los alimentos se ha vuelto aún más difícil para millones de personas.
De hecho, la FAO advierte que la inseguridad alimentaria no solo es un problema de disponibilidad de alimentos, sino también de accesibilidad. Si bien se producen suficientes alimentos para alimentar a toda la población mundial, muchas personas no tienen los recursos necesarios para obtenerlos. Los factores económicos y sociales juegan un papel determinante, y es aquí donde radica el principal reto.
El cambio climático ha exacerbado la crisis alimentaria. Fenómenos como las sequías prolongadas, inundaciones y la desertificación están reduciendo la capacidad productiva de los suelos, afectando especialmente a los países en desarrollo. Según la FAO, la cantidad de agua dulce disponible por persona ha disminuido en un 20 % en las últimas décadas, lo que compromete seriamente la producción de alimentos.