La temporada de huracanes en el Atlántico se inicia el primero de junio y termina el 30 de noviembre. Para 2025, se espera una de las temporadas más activas en años, con 17 tormentas nombradas. Según la Universidad Estatal de Colorado, 9 podrían ser huracanes y 4 alcanzarían categoría 3 o superior. Este aumento se atribuye a temperaturas del mar más altas y condiciones de La Niña en inicios del año.
Los huracanes, además, afectan múltiples áreas logísticas: cierres portuarios, interrupción de rutas marítimas y aéreas, y daños en infraestructuras. Esto genera paralizaciones en el movimiento de mercancías y afecta cadenas globales de abastecimiento.
En 2024, el huracán Milton cerró temporalmente Port Tampa Bay, en Estados Unidos, afectando el comercio con América Latina, Europa y Asia. Además, los costos operativos aumentan por la escasez y los problemas en distribución post-evento.
Latinoamérica enfrenta una vulnerabilidad especial en infraestructura portuaria y vial, con daños en carreteras y almacenes. Esto dificulta el transporte terrestre y extiende los tiempos de entrega.
Para mitigar estos riesgos, las empresas aplican estrategias clave: diversificación de rutas y modos de transporte, almacenamiento estratégico en zonas seguras y sistemas de monitoreo en tiempo real.
También se enfatizan planes de contingencia y capacitación para responder rápidamente a emergencias climáticas. La preparación y coordinación entre autoridades y sector privado son vitales para minimizar daños.
Los retrasos logísticos, no solo afectan la economía, sino que impactan al consumidor final con escasez de productos básicos. Comunidad, electricidad y servicios pueden verse afectados por daños en infraestructura esencial.
En resumen, la temporada de huracanes 2025 representa un desafío para la logística global y la vida diaria. Solo con colaboración y preparación se podrá garantizar la continuidad de operaciones y el bienestar social.
Fuente (menos foto y video): Todo Logística