Los llamados “repartidores o corredores de última milla” facilitan el trabajo a los conductores de reparto chinos, agobiados por la alta demanda de pedidos, terminando de subir los paquetes hasta los pisos más altos de Shenzhen.
El SEG Plaza, uno de los rascacielos más altos de Shenzhen (China), tiene alrededor de 70 plantas y miles de inquilinos. La espera en el ascensor puede hacerse eterna y más durante las horas del almuerzo o la cena, cuando los trabajadores piden comida a domicilio.
Para evitar el colapso del trabajo de los repartidores, así como las largas colas de espera para subir en el ascensor, se ha instaurado en la ciudad china una nueva forma de hacer llegar los pedidos.
Gente como el adolescente Li Linxing, de 16 años, se coloca en las puertas de los rascacielos más altos durante las horas pico del almuerzo para recoger los pedidos de repartidores en patinete o moto, y subirlos planta por planta, realizando la entrega en mano a los clientes.
Li Linxing levanta la mano y grita: «¡Repartidor suplente!» Después, el repartidor le indica a qué piso va el pedido y escanea el código QR que Linxing lleva impreso en una tarjeta colgada del cuello para pagarle 2 yuanes chinos, el equivalente a unos 24 céntimos. Así, el repartidor se dirige rápidamente a su próximo destino, y no pierde tiempo subiendo escaleras.
La privilegiada ubicación del señor Shao
Como Linxing, decenas de corredores más esperan en la puerta del SEG Plaza, sobre todo jóvenes y jubilados. Sin embargo, el señor Shao Ziyou y su esposa, se apoderan de una esquina privilegiada frente al rascacielos.
El matrimonio es quien recibe el mayor volumen de pedidos, pues subcontratan a otros trabajadores que suben las bolsas, mientras ellos localizan a los repartidores en moto. La pareja cobra un yuan por cada bolsa, y el repartidor, el otro.
Este acuerdo es posible gracias a que el señor Shao es conocido en la zona, ya que fue el primero en instalarse afuera del edificio. Muchos conductores afirman conocerle y confiar en él. Cuando surgen quejas de los clientes o el pedido llega con retraso, Shao carga con la responsabilidad, pero reconoce: “La gente es perezosa. A veces, se lo mandas a la puerta, y se quedan dentro y te dicen: “Tráemelo”, yo les respondo: “¿Quieres que te dé de comer también?”.
Fuente: As