Las autoridades chinas están reclamando impuestos impagos a empresas e individuos que datan de hace décadas, mientras el gobierno busca tapar enormes déficits presupuestarios y abordar una creciente crisis de deuda.
Más de una docena de empresas chinas que cotizan en bolsa dicen que se les impusieron millones de dólares en impuestos atrasados en un renovado esfuerzo por arreglar las finanzas locales que se han visto arruinadas por una caída en el mercado inmobiliario que afectó las ventas de arrendamientos de tierras, fuente principal de ingresos.
Las políticas emitidas después de una reciente reunión de planificación de altos funcionarios del Partido Comunista pidieron expandir los recursos fiscales locales y dijeron que las localidades deberían acrecentar su “autoridad de gestión fiscal y mejorar su gestión de la deuda”.
“No están abordando los problemas de deuda local existentes ni las limitaciones a la capacidad fiscal”, dijo Logan Wright, del Rhodium Group, una firma de investigación independiente. “Es notable el cambio en la distribución de ingresos y responsabilidades de gasto a nivel central y local, pero ya lo han prometido antes”.
El conglomerado chino de alimentos y bebidas VV Food & Beverage informó en junio que había recibido una factura de 12 millones de dólares por impuestos que databan de hace 30 años. Zangge Mining, con sede en el oeste de China, dijo que recibió dos facturas por un total de 92 millones de dólares por impuestos que datan de hace 20 años.
Las presiones han ido aumentando a medida que la economía se desaceleraba y los costos se acumulaban debido a las políticas de “cero COVID” durante la pandemia. Los economistas han advertido durante mucho tiempo que la situación es insostenible y afirman que China debe aumentar la recaudación de impuestos para equilibrar los presupuestos a largo plazo.
Las nuevas y repentinas facturas fiscales han afectado duramente a algunas empresas, dañando aún más la ya precaria confianza empresarial. Ningbo Bohui Chemical Technology, en Zhejiang, en la costa oriental de China, suspendió la mayor parte de su producción después de que la oficina fiscal local exigiera 69 millones de dólares en impuestos atrasados. Para hacer frente a la situación, está despidiendo personal y recortando salarios.
Los expertos dicen que la forma arbitraria en que se recaudan los impuestos, con períodos de indulgencia seguidos de medidas represivas repentinas, es contraproducente y desalienta a las empresas a invertir o contratar precisamente cuando lo necesitan.