Rafael Bonnelly: de la revolución en Venezuela con Perón al conteo de los votos suspendido en Dominicana

Por Néstor Saavedra

Además de haber sido presidente de República Dominicana entre 1962 y 1963, Rafael Fortunato Bonelly Fondeur tuvo que lidiar con temas tan presentes hoy día en el panorama internacional centroamericano: amenazas, recuento de votos y una Venezuela contra nuestro país.

Bonnelly, nacido en Santiago, se recibió como abogado en 1926. Con apenas 26 años participó en la revuelta contra el presidente Horacio Vázquez dirigida por Rafael Estrella Ureña y apoyada por el jefe del Ejército, un tal Rafael Leónidas Trujillo. Su vínculo con Ureña, a quien Trujillo deportó, le costó caro: estuvo doce años sin poder trabajar en su estudio.

Entre 1942 y 1944, Bonnelly fue senador para luego recorrer distintos cargos políticos de mucha importancia, como los ministerios del Interior, de Educación y de Justicia.

En 1958 es embajador de República Dominicana en Venezuela, cuando estalló la revolución contra el presidente Pérez Jiménez. La nación sudamericana vive trágicos momentos de saqueos y violencia. El expresidente argentino Juan Perón, que se encuentra en Caracas después de haber sido expulsado de su país, se refugia en la embajada dominicana. Bonnelly lo protege frente a los desmanes contra algunas sedes diplomáticas que llegan al extremo de, por ejemplo, asesinar a un policía que estaba dentro de la embajada de Nicaragua.

Una turba ataca la sede dominicana, pero no cobra víctimas. Trujillo invita a su gente a abandonar Venezuela rumbo a la actual Santo Domingo. No serán épocas fáciles para nuestro país. Trujillo es acusado de intentar asesinar al presidente de Venezuela, Rómulo Betancourt, en 1960. Los miembros de la Organización de Estados Americanos (OEA) deciden por unanimidad romper relaciones diplomáticas y sancionar al régimen de Trujillo.

En 1961 es asesinado Trujillo y su vicepresidente, Joaquín Balaguer, sube a la presidencia, pero un golpe de Estado coloca a Huberto Carlos Bogaert Román en el poder por dos días y, luego, durante poco más de un año a Bonnelly como máximo mandatario.

En 1978, cuando Balaguer nota que pierde las elecciones, sus generales allanan la Junta Central Electoral para detener el recuento de votos. Bonnelly y Balaguer mantienen un duro debate público durante quince días hasta que el segundo acepta su derrota y se proclama a Antonio Guzmán Fernández como presidente. Dos navidades después, Bonnelly muere a los 75 años a causa de un cáncer.

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