Maity (vaya a saber cuál era su nombre real) salió de la casa con unos chelitos que había ganado por tener sexo con un hombre. Los llevaba metidos dentro de su ropa, tan pegados a la piel como su vergüenza. ¿A quién se los iba a dar esa adolescente dominicana? ¿Qué importa eso? ¿O es diferente que fuera a su padre (con perdón de la palabra) o a un desconocido?
Johny desapareció de su casa. Nadie sabe nada de él. Lo buscan sin éxito. Su vida no era precisamente feliz: trabajaba la tierra al servicio de un explotador, porque la mano de obra para recoger ciertos frutos de la tierra es mucho más barata cuando se le paga a un niño lo que se le antoja al patrón.
Podríamos seguir con decenas de miles de historias, que existen porque existe quien pone dinero para ganar con el cuerpo de otro y quien aprovecha de las necesidades económicas de otra persona para abusarla.
El Día Internacional contra la Explotación Sexual y el Tráfico de Personas, Mujeres y Niños fue instaurado en 1999 por la Conferencia Mundial de la Coalición Contra el Tráfico de Personas en coordinación con la Conferencia de Mujeres en Dhaka, Bangladesh. El objetivo de la fecha del 23 de septiembre es denunciar las prácticas abusivas del tercer negocio ilegal más lucrativo del mundo, detrás del tráfico de armas y de drogas.
Se considera explotación sexual a cualquier tipo de actividad en que una persona utiliza el cuerpo ajeno, ya sea de adultos, niños o adolescentes, para sacar un provecho de carácter sexual o económico, todo esto bajo una relación de poder. Se calcula que en todo el mundo hay casi dos millones de víctimas de trata y explotación sexual, que es una de las más graves y brutales violaciones de los derechos humanos.
Si conoces a alguien que consume este tipo de práctica, sea que explota a otros o que paga para destruir la integridad de otros, sea con niños, adolescentes o adultos, sea con sexo o cualquier otro tipo de trabajo o placer, DENÚNCIALO YA: salvarás una vida.