En 1860, el general Pedro Santana, presidente de la República, solicitó a España que retomara el control de la República Dominicana bajo la categoría de provincia. El 18 de marzo de 1861 se anunció la anexión, izando la bandera española y convirtiendo a Santana en gobernador general.
La anexión reestableció modalidades coloniales, tales como instauración de las instituciones jurídicas hispánicas, un clima inquisitorial y de intolerancia religiosa, el predominio de los
peninsulares y los prejuicios raciales frente a los nativos.
Tras dos años del dominio español, las medidas administrativas no mejoraron la situación económica y hubo una segregación tal que los mejores puestos de trabajo públicos pertenecían a los españoles. A esto se une el trato despectivo por parte de las autoridades españolas a los dominicanos.
El sentimiento nacionalista aumentaba en los dominicanos, provocando rebeliones en varios pueblos, como Neiba, Santiago y San José de las Matas.
Los apresamientos y fusilamientos emprendidos por los españoles, provocaron que el 16 de agosto de 1863 iniciara en el cerro de Capotillo (Dajabón) la gesta restauradora, donde un grupo encabezado por Santiago Rodríguez hizo una audaz y valiente incursión izando la bandera dominicana, pero los españoles se resistían a salir del país.
Mientras tanto en Moca y La Vega, el general Gregorio Luperón lidera la iniciativa restauradora, que posteriormente se extiende al sur y este de la República, llevándose a cabo una guerra de guerrillas.
Para finales del año 1864, ya el movimiento restaurador abarcaba todo el territorio dominicano, bajo el criterio de que la República todavía existía y bajo la consigna de “Libertad o Muerte” y “Guerra a Muerte Contra el Colonialismo Español y los Traidores a la Patria”.
Con la Restauración, los dominicanos le pusieron fin a las hostilidades de la administración de los españoles. El 3 de marzo de 1865, la Reina Isabel II firmó la anulación de la anexión. Los dominicanos emergieron de la contienda convencidos de ser capaces de defender su soberanía y, sobre todo, su identidad nacional.
“La República Dominicana ha presentado el universo el poema más bello del patriotismo, de heroísmo y de sacrificios durante la Guerra de la Restauración en contra de España, demostrando cuánto puede la acción potente de un pueblo decidido, cuando se trata de alcanzar tan grandiosos principios”, dijo Gregorio Luperón.