La reciente encuesta realizada por la Fundación Movilidad Vial Dominicana (MOVIDO) ha puesto en evidencia una alarmante realidad: el 92 % de los encuestados considera que las motocicletas representan un riesgo para la seguridad vial y un 94 % opina que los motociclistas no respetan las normas de tránsito.
Esta percepción no es infundada, ya que según el Observatorio de Seguridad Vial, el 73 % de las muertes por accidentes de tránsito en 2024 involucraron a motociclistas.
Ante estas cifras, es imperativo cuestionar la permisividad con la que se maneja el uso de motocicletas en el país y la falta de medidas contundentes para reducir la siniestralidad.
Si bien las motocicletas son una opción de transporte indispensable en zonas con un sistema de transporte público deficiente, no puede pasarse por alto el caos y peligro que generan en las calles.
El exceso de velocidad, la ausencia de casco protector y las maniobras imprudentes no solo ponen en riesgo la vida de los motociclistas, sino también la de peatones y otros conductores.
Contradicción
Es una contradicción preocupante: la motocicleta es una necesidad para muchos, pero también una amenaza latente en cada esquina.
La falta de control en la entrega de licencias de conducir para motociclistas es un problema grave. No cualquiera debería operar un vehículo de dos ruedas sin una formación adecuada.
Del mismo modo, la fiscalización del uso de casco protector no puede seguir siendo una sugerencia, sino una norma estricta de cumplimiento obligatorio.
A esto se suma la urgencia de identificar todas las motocicletas con placas visibles, pues muchas de ellas son utilizadas no solo en accidentes, sino también en actos delictivos.
Es momento de que las autoridades tomen cartas en el asunto y establezcan medidas firmes que regulen el uso de motocicletas en el país.
La educación vial es clave para transformar la cultura de irrespeto y anarquía en el tránsito. La siniestralidad vial no puede seguir cobrando vidas mientras la indiferencia reina en las políticas públicas.
La movilidad eficiente y segura no debería ser una utopía, sino una realidad alcanzable con voluntad y acción efectiva.
Fuente: Edwin de la Cruz para Al Momento