El presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, encabezó una marcha en Caracas para conmemorar los 33 años del fallido golpe de Estado de Hugo Chávez el 4 de febrero de 1992, calificándolo como el inicio de la “rebelión bolivariana”.
La movilización, que partió desde la Plaza Venezuela y culminó en el Paseo Los Próceres, fue utilizada por el oficialismo para reafirmar su compromiso con el chavismo y su modelo de gobierno. Maduro aseguró que el país ha “resistido de manera creativa y heroica” y que “tiempos grandes y bendecidos han llegado para Venezuela”.
Durante el acto, el ministro de Interior y vicepresidente del PSUV, Diosdado Cabello, insistió en que la revolución bolivariana sigue firme y advirtió que cualquier intento de desafiar al chavismo recibiría una respuesta contundente.
Según Cabello, el golpe fallido de 1992 marcó un punto de no retorno, asegurando que “Hugo Chávez se levantó junto al pueblo para no irse más nunca del poder”. La retórica de resistencia y defensa de la revolución dominó el discurso de los líderes oficialistas en medio de un contexto de tensiones políticas y cuestionamientos internacionales.
La jornada comenzó con un acto en el Cuartel de la Montaña, donde reposan los restos de Chávez, y continuó con la convocatoria de un congreso del PSUV para definir candidatos a las elecciones parlamentarias y regionales del 27 de abril.
Estos comicios, organizados por un Consejo Electoral alineado con el chavismo, han sido rechazados por la oposición mayoritaria, que sigue denunciando fraude en las presidenciales de julio pasado.
La conmemoración del 4 de febrero se convirtió así en un escenario para que el gobierno de Maduro reafirmara su control político y su intención de consolidar su poder en el país.