El pasado domingo, el presidente de República Dominicana logró la reelección, doblegando en votos a su principal opositor, Leonel Fernández, y dejando en un tercer puesto a Abel Martínez. ¿Por qué se dio esto? ¿La ayuda de los partidos aliados tuvo peso?
57,44% de los votos es el porcentaje que marca la victoria de Luis Abinader el pasado domingo en la búsqueda de la reelección. Si vamos a lo individual, 2.507.297 fueron los dominicanos y dominicanas que acompañaron a quien gestionó el país en los últimos cuatro años.
Sobre la base total de electores habilitados, cabe destacar que la participación volvió a ser baja. Solamente un 54,37% de la población acudió a las urnas para elegir quién lo representará a futuro. Podemos analizar errores, falta de campañas electorales o simplemente un desgaste de los ciudadanos al momento de introducirse en la política local.
Costa Rica, El Salvador, Guatemala, Nicaragua y Panamá no escapan a ello en Centroamérica. Si hilamos fino, en las últimas elecciones del centro del continente, solo Bélice y Honduras lograron aumentar su masa de participación ciudadana.
Pero, volviendo a la elección en República Dominicana, en la última semana, un tema fue relevante en los medios (inclusive en este) al momento de analizar la situación y los números finales: las alianzas. ¿Tuvieron peso?
Las alianzas no son una novedad de este siglo. Ya en las primeras elecciones tras la muerte de Rafael Trujillo, se reunieron, sin suerte, el Partido Nacional y la Vanguardia Revolucionaria Dominicana. Tras los 22 años de Joaquín Balaguer, divididos en dos largos períodos, la coalición del Partido de la Liberación Dominicana (PLD) y el Partido Reformista Social Cristiano, llamada “Frente Patriótico”, se impuso en la segunda vuelta en 1996 con Leonel Fernández como candidato.
El Bloque Progresista, creado en 2008, afirmó al PLD en las presidenciales de 2008 y 2012, pero, en 2020, después de que este partido se dividió, surgió de sus entrañas la alianza de los partidos Revolucionario Moderno y Fuerza del Pueblo, que se unieron con el partido Reformista Social Cristiano y otros más pequeños, y le dieron la primera presidencia a Luis Abinader.
Si miramos detalladamente los votos conseguidos por los sellos principales en este mayo, podemos ver que sin las alianzas el PRM hubiera alcanzado un 48,41% de los votos quedando a un paso de ganar en primera vuelta, mientras que la FP hubiera quedado en un 26,67%. En porcentaje, a simple vista, parece ser importante, pero no dista mucho en los números.
Al contar esta “ayuda” (que no es tal, sino que se trata de un acuerdo político) en votos, vemos que ambos resultados tienen una ayuda que se sitúa entre el 10 y el 20%. Es decir, el nivel mayor de incidencia de puntos generales responde a la misma diferencia que hubo en la votación: sin ayuda de los aliados, la diferencia hubiese sido mayor a los 20 puntos entre Luis Abinader y Leonel Fernández. Si hubiese habido segunda vuelta, probablemente el resultado sería similar. Pero, no hacemos futurología.
Ahora, esto no deja de abrir un debate con dos puntos interesantes que deberá discutir la sociedad dominicana en los próximos años: ¿El sistema de alianzas debe seguir así o debe contar con un candidato que represente a un partido solo, sin diferencial de voto en la boleta? ¿Cómo logra la política integrar nuevamente al pueblo a las decisiones diarias y de futuro logrando que vuelvan a confiar en las instituciones democráticas?
Para ello, se necesita de un pueblo comprometido en dar los debates necesarios para un fortalecimiento democrático. Una tarea que también deberá afrontar la política.