El robo de tapas metálicas, rejillas de imbornales y registros en las vías públicas se ha convertido en un problema creciente en distintas ciudades del país. Esta práctica no solo representa un peligro para conductores y peatones, sino que también agrava la situación de los sistemas de drenaje pluvial y sanitario.
Aunque algunas instituciones han comenzado a reemplazar estas piezas por otras fabricadas con materiales menos atractivos para el mercado negro, muchas calles y aceras aún permanecen abiertas, lo que ha provocado múltiples accidentes, principalmente entre motociclistas y peatones.
Más allá de los riesgos físicos, la ausencia de estas tapas permite que residuos como plásticos, arena, madera, metales y hojas entren en los sistemas de drenaje, obstruyendo el flujo de aguas y provocando inundaciones, especialmente en zonas urbanas densamente pobladas.
El fenómeno se atribuye en parte a los denominados “piperos”, jóvenes consumidores de drogas que roban y venden estas piezas para financiar su adicción, especialmente a sustancias como marihuana y cocaína. Sin embargo, también se ha detectado la existencia de redes organizadas que se dedican al robo sistemático de estos componentes, lo que ha llevado a algunos a hablar de verdaderas “mafias” del metal.
Fuente (menos título y foto): Infomativos TARD