República Dominicana.-Las estadísticas de accidentes de tránsito en la República Dominicana muestran una preocupante tendencia hacia la mortalidad en las vías, especialmente entre los jóvenes que se desplazan en motocicletas.
Estefanía, madre de Moisés, un joven de 19 años, vivió en carne propia la tragedia de perder a su hijo en un accidente de moto, un hecho que lamentablemente no es aislado.
Cada año, miles de personas, en su mayoría jóvenes, pierden la vida en las calles dominicanas debido a accidentes de tránsito, muchos de los cuales involucran motocicletas.
De acuerdo con datos del Observatorio Permanente de Seguridad Vial (OPSEVI), las muertes de motoristas representaron más de la mitad de los accidentes registrados en 2024, reflejando un fenómeno que afecta a un segmento vulnerable de la población.
La alta tasa de accidentes de motocicletas en el país está vinculada no solo a la imprudencia de los conductores, sino también a factores sociales y económicos.
En muchas comunidades, las motocicletas no solo sirven como medio de transporte, sino también como fuente de trabajo. Sin embargo, la falta de capacitación, la escasa cultura de seguridad vial y el incumplimiento de las leyes de tránsito contribuyen a que muchos motoristas circulen sin el equipo de protección adecuado, como el casco.
Además, las carreras clandestinas, que han ganado popularidad entre los jóvenes, representan un peligro adicional, con consecuencias fatales cuando algo sale mal.
Las estadísticas de la Dirección General de Seguridad de Tránsito y Transporte Terrestre (DIGESETT) muestran que, de enero a septiembre de 2024, se confiscaron más de 170 motocicletas involucradas en este tipo de actividades ilegales.
El impacto de estos accidentes va más allá de lo físico, ya que muchos de los jóvenes que sobreviven enfrentan secuelas psicológicas como el Trastorno de Estrés Postraumático (TEPT), ansiedad y depresión.
Para combatir esta crisis, expertos como el sociólogo Celedonio Jiménez sugieren que el gobierno implemente campañas educativas dirigidas a los adolescentes para concienciarlos sobre los peligros de conducir sin responsabilidad.
También es necesario reforzar la aplicación de la ley y promover una cultura de respeto por las normas de tránsito, lo que podría salvar muchas vidas.
La intervención temprana en el ámbito educativo y la asistencia psicológica son fundamentales para mitigar los efectos de esta tragedia social.