Importar para producir, exportar para crecer: una Argentina que busca integrarse al mundo

“No hay una avalancha de importaciones, sino una recuperación”, explica Fernando Furci, gerente general de la Cámara de Importadores de la República Argentina. A lo largo de la charla, analiza las cifras del sector, la evolución de la demanda y el rol de la CIRA como puente entre empresarios, gobierno e instituciones para construir un comercio exterior sostenible.

¿Cómo se distribuyen hoy las importaciones entre su uso para producción y su consumo directo?
Siempre hablamos de importaciones por uso. Las dirigidas a la industria siguen siendo mayoritarias, aunque también crecen las de consumo final y la llamada “importación hormiga”: esa compra particular que hace un ciudadano en cualquier parte del mundo y le llega a su casa.

Todavía falta un análisis profundo, porque las estadísticas oficiales no detallan qué contiene cada paquete. Estamos estudiando el fenómeno y esperamos tener un enfoque sólido a fin de año. Lo que vemos es que crece y los números lo reflejan.

Comprar en el exterior tiene desafíos: desde que llegue lo esperado hasta el tiempo de entrega. En un mundo donde la velocidad es todo, disponer de lo comprado se vuelve clave. Después de tantos años de cerrazón, calculamos que habrá un período de entre dos y cuatro años en el que Argentina buscará lo más barato posible.

¿Qué cambios son necesarios para potenciar las importaciones productivas?

Primero, aclaremos algo: no hay una avalancha de importaciones. Estimamos que a fin de año se superen los 70 mil millones de dólares, cifras que ya se alcanzaron en 2011, 2012, 2013 o 2018. Son números de hace más de una década. Lo que hay es una recuperación.

Además, hoy el argentino promedio accede a cosas que hace 20 años eran imposibles. Antes la demanda estaba inflada por la inflación y la amenaza devaluatoria: la gente compraba cualquier cosa importada con tal de sacarse los pesos de encima. Hoy la demanda es más real.

Argentina necesita integrarse al mundo. Es imposible exportar sin importar. Se requieren muchas exportaciones y muchas importaciones, con superávit si es posible, pero siempre ambas. Y a nivel privado, los empresarios deben salir de la zona de confort y replantear estrategias. Los negocios no son eternos: después de 20 o 40 años haciendo lo mismo, hay que revisar, adaptarse y asumir riesgos.

La integración al mundo implica mejorar relaciones, revisar el Mercosur, buscar acuerdos y aprovechar oportunidades. A veces surgen de cosas inesperadas, como que Colapinto tome mate a vista de un público inmenso y eso abra un mercado. La Argentina necesita capitalizar esas oportunidades.

¿Cómo funciona la Cámara, a qué se dedican y qué importancia tiene en Argentina?
La Cámara de Importadores de la República Argentina (CIRA) es una entidad civil sin fines de lucro que tiene más de 100 años al servicio del comercio internacional, específicamente de la importación. Trabajamos en dos planos. Por un lado, la gestión: asesoramos a las empresas y acompañamos en todos los procesos de comercio exterior, brindando información de valor, proponiendo mejoras y funcionando como una rueda de auxilio frente a cualquier necesidad.

Por otro lado, trabajamos los temas macro e institucionales, ya con una mirada estratégica y de largo plazo. Ahí recogemos la experiencia que nos da hablar con las empresas a diario para construir una agenda con el Gobierno y con distintos actores.

Buscamos articular diálogo entre Estado, provincias, municipios, cámaras y entidades de todo tipo. De esa mirada institucional derivan muchas actividades concretas: capacitaciones, formación, consultoría. En definitiva, son los dos grandes espacios de la Cámara y lo que nos permite construir hacia adelante el comercio exterior que queremos.

¿Qué sectores intervienen en la organización y cómo manejan esa diversidad?
Participan más de 35 sectores de la economía. Eso nos plantea grandes desafíos y también ventajas. El desafío es articular sectores que no tienen nada que ver entre sí, pero que confluyen en el comercio exterior. Nos obliga a aprender de cada uno.

La ventaja es la diversidad, que nos enriquece y nos permite encontrar un factor común entre problemáticas distintas. Cada sector tiene sus particularidades, pero cuando se profundiza, los problemas convergen.

Eso motiva porque genera diálogo con otras instituciones, cámaras sectoriales, multisectoriales y oficinas del Estado. Esa amplitud es necesaria y nos da fortaleza para llevar la voz del empresario que importa, ya que toda actividad productiva en algún punto necesita de la importación.

¿Qué lugar ocupan las industrias dentro de la Cámara?
No solo hay empresas importadoras, también hay muchas industrias. De hecho, el principal cliente de la importación es la producción. Si mirás los registros desde 1980 hasta 2023, entre el 70% y el 83% de las importaciones van a la industria.

Por eso recibimos consultas constantes de industrias que buscan asesoramiento para ser más competitivas, bajar costos, desarrollar proveedores o relacionarse mejor con el mundo. En ese camino usamos nuestras redes: embajadas, cámaras de distintos países, vínculos con instituciones internacionales.

Desde diciembre de 2023, Argentina recibió muchas consultas del exterior para entender los cambios en el país: cómo se puede importar, invertir, exportar o comprar. El comercio internacional es una negociación de “toma y daca”, y para vender también hay que comprar. Esa apertura nos permite conversar con todos los actores de la economía y es parte de lo que hacemos.

Además de representante de la Cámara, sos empresario. ¿Cómo ves el ecosistema importador desde ese rol?
Desde lo empresarial también nos obliga a replantear estrategias y direcciones. Es incómodo porque nos hace trabajar más y asumir riesgos, pero los negocios siempre están ligados al riesgo.

El desafío es pensar cómo mantener la marcha. Los empresarios tomamos decisiones en el marco que imponen los gobiernos de turno. Cada gestión arma un “ring” en el que nos subimos a dar la batalla. Lo importante es entender el contexto y moverse rápido. El primero que se mueve golpea dos veces.

Las estrategias no son eternas: hay que revisarlas y adaptarlas permanentemente. Ese es el mensaje que yo mismo vivo como empresario y que vale para todos los que hacemos comercio exterior.

Fuente: Infobae

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