Desi Bouterse, el controvertido exlíder militar y presidente de Surinam, falleció a los 79 años dejando un legado polarizado en la historia de su país. Líder del golpe de Estado de 1980, Bouterse pasó de ser el gobernante de facto a ser elegido democráticamente en 2010, pese a ser condenado por narcotráfico en Holanda y por los asesinatos de 15 opositores en 1982, conocidos como los “Asesinatos de Diciembre”. Aunque nunca cumplió prisión, su influencia marcó profundamente a la nación desde su independencia en 1975.
Bouterse, será recordado tanto por sus programas sociales populistas como por su carácter autoritario y sus decisiones polémicas. Durante su presidencia, declaró el día de su golpe militar como feriado nacional, promovió políticas inspiradas en el socialismo venezolano y fortaleció su partido político.
Sin embargo, sus estrategias económicas llevaron a Surinam a una crisis financiera, mientras que el juicio por los asesinatos de 1982 mantuvo su figura bajo la sombra de la impunidad.
Decenas de seguidores acudieron a la casa del exlíder tras su muerte, llorando la pérdida de quien veían como un hombre carismático que rompió barreras sociales en el país.
Sin embargo, sus detractores lo consideran un dictador cuya violencia política y prácticas autoritarias dejaron cicatrices difíciles de sanar en la historia de Surinam. Su vida, marcada por el poder y la controversia, cierra un capítulo importante en la historia poscolonial de la nación.