Clint Hill, el agente del Servicio Secreto que intentó salvar al presidente John F. Kennedy el día de su asesinato, ha fallecido a los 93 años en su hogar en Belvedere, California.
Su nombre quedó grabado en la historia por su rápida reacción aquel 22 de noviembre de 1963, cuando saltó sobre la limusina presidencial en un intento desesperado por proteger al mandatario.
Aunque recibió múltiples reconocimientos por su valentía, la tragedia de aquel día lo persiguió por el resto de su vida, sumiéndolo en una profunda culpa y depresión que marcaron su retiro anticipado del Servicio Secreto.
Asignado a la seguridad de la primera dama Jacqueline Kennedy, Hill se encontraba en el vehículo de escolta cuando sonaron los disparos en Dealey Plaza.
Al ver al presidente desplomarse, corrió hacia la limusina, pero antes de alcanzarla, un segundo disparo impactó fatalmente a Kennedy. Su imagen sujetándose del maletero y protegiendo a Jacqueline Kennedy quedó inmortalizada en las grabaciones del atentado.
Aunque nunca dejó de preguntarse si pudo haber hecho más, su valentía sigue siendo un símbolo del compromiso y sacrificio de los agentes del Servicio Secreto.
En sus últimos años, Hill encontró consuelo al compartir su historia en libros y conferencias, convirtiéndose en una voz clave para entender aquel trágico momento de la historia estadounidense.
En 2018, recibió el Premio Theodore Roosevelt Rough Rider, el mayor reconocimiento civil de Dakota del Norte, su estado natal. Su legado perdura como testimonio de la lealtad y el deber inquebrantable de quienes dedican su vida a la protección de otros.