Emilio está hablando con Marta, a la que acaba de conocer. “Tengo TDAH”, le cuenta. “¿Ah, sí? Mi hermana también”, contesta ella. La conversación sobre el tema termina ahí, siguen hablando de su trabajo, de sus aficiones. Una situación que quizá no habría tenido el mismo final si Emilio hubiese dicho que tiene trastorno del espectro autista (TEA). “Lo que seguirá a esa conversación será un silencio incómodo, seguido de comentarios condescendientes”, asegura el psicólogo Alberto Soler.
“Hemos normalizado, y cada vez más, a las personas con TDHA: Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad. Tener este diagnóstico ha dejado de ser un estigma para convertirse casi en una pequeña excentricidad. Algo gracioso, curioso, que comentas en una cena entre amigos”, explica el psicólogo Alberto Soler para ilustrar cómo el autismo está “en todas partes”, aunque muchas veces no lo veamos. “No porque no exista, sino porque está tremendamente estigmatizado”, lamenta el especialista.
El Trastorno del Espectro Autista es una forma de neurodiversidad; un conjunto de diferencias en la comunicación, la interacción social y los patrones sensoriales o de comportamiento que aparecen desde la infancia y acompañan a la persona toda la vida.
Algunas personas necesitan apoyos en su día a día y otras llevan vidas muy autónomas, pero lo que sí comparten es una manera distinta de percibir y relacionarse con el mundo. Esta diferencia no invalida la humanidad ni el valor de quien la vive; al contrario, frecuentemente aporta visiones, talentos y formas de sentir que no hacen sino enriquecer otros puntos de vista ya establecidos.
Hablar de TEA es hablar de historias personales. De miedos de padres y madres, pero también de alegrías por los pequeños logros, más aún cuando se convierten en la anhelada independencia. Dos estudios que ilustran esto son útiles de mencionar. Por un lado, (Rotheram-Fuller et al., 2010) encontraron que la inclusión escolar de niños con TEA, cuando va acompañada de apoyos y estrategias pedagógicas, favorece la interacción social y la implicación en actividades grupales.
Por otro lado, una revisión de intervenciones para mejorar los resultados laborales en personas con TEA (Fong, 2021) mostró que existen programas y estrategias como la formación en estrategias y habilidades laborales o el apoyo en el puesto de trabajo, que aumentan la probabilidad de obtener un empleo a largo plazo. Estas dos referencias ofrecen una esperanza realista: la integración es un proceso que exige recursos, diseño y voluntad social, pero la evidencia indica que es más que posible.
Como muestra Soler en un video publicado en su perfil de Instagram, que ya se ha convertido en viral con más de 30.000 reproducciones, solo hay que pensar en todas esas personas funcionales, brillantes y exitosas.
“Los actores Anthony Hopkins, Dan Aykroyd y Bella Ramsey; la cantante Sia, el empresario Elon Musk, la activista Greta Thunberg, el creador de Pokémon Satoshi Tajiri… Personas con TEA que han aportado talento, creatividad y sensibilidad al mundo”, explica el psicólogo.
“El mundo está lleno de personas perfectamente funcionales y con algún grado de TEA, tengan o no tengan diagnóstico”, explica. Sin embargo, Soler también añade que la tasa de detección es muy baja y, por supuesto, mejorable, pues aún existe mucho estigma y prejuicio que lleva a esconder este trastorno.
Como señala el especialista: “Hablarlo sin tabúes es el primer paso para que nadie tenga que esconder quién es”, asegura.
Fuente: La Vanguardia