Entérate de las macabras torturas de los venezolanos en su país que hoy contaron a los jueces argentinos

Si la sangre te hierve ante las injusticias, no leas esta nota. Si la opresión de los poderosos te pertuba, no leas esta nota.

La Cámara Federal de la República Argentina deberá decidir si ordena la captura y detención del dictador venezolano Nicolás Maduro y de su mano derecha, Diosdado Cabello, por los crímenes de lesa humanidad ocurridos en ese país, que son investigados en los tribunales argentinos bajo el principio de justicia universal. Por esta razón, un grupo de víctimas de ese régimen se presentó en los tribunales de Buenos Aires para exponer las torturas y vejámenes denunciados.

«El régimen venezolano me acusó de terrorismo e instigación para delinquir. Treinta y cinco oficiales fueron a mi casa, sin orden de captura ni allanamiento. Fui interrogado 80 o 90 veces por el servicio de inteligencia. Al salir, me entero de que a mi mamá le decían que me buscara en la morgue. Ellos decían que éramos una célula terrorista”, dijo uno de los venezolanos, cuyos nombres preservaremos.

Según relató, lo llevaron a una audiencia judicial, pero le dijeron que no podía defenderse. “Todo fue ilegal; luego me vuelven a llevar al centro de torturas. Nunca tuve una visita, una llamada, un paseo al sol, nunca un abogado”.

Uno de los tormentos que destacó fue cuando hombres de Maduro lo ponían de rodillas y, con una pistola en la boca lo obligaban a pedir perdón. “Me pegaron en la cara, en el cuerpo, y me decían que sabían hasta cuántas pestañas tenía, así que yo no podía mentirles”, recordó.

Los venezolanos también denunciaron las torturas psicológicas. “Tenía en mi celular la foto de mi novia y me decían que la iban a violar. A mi madre la detuvieron 18 horas diciéndole que era la madre de un terrorista y que me iba a pudrir en la cárcel”.

«Ni qué hablar de las situaciones de encierro, donde la violación de derechos era moneda corriente: “Defecábamos en las bandejas de comida, y orinábamos en vasos de gaseosa. Teníamos que sacar la basura una vez por semana. Y cada vez que pedíamos ir a tribunales, nos decían que las órdenes venían de arriba”.

Una buena cantidad de venezolanos llegó a la Argentina en 2018 durante el gobierno de Mauricio Macri, que no tenía buenas relaciones con el dictador venezolano comparadas con las de los Kirchner y Alberto Fernández.

El segundo testimonio registrado habla de las mentiras que se le imputaban entre las falsas acusaciones, por ejemplo, para no dejarlo volver a su país: “los servicios de inteligencia me estaban citando por delitos que supuestamente había cometido, pero no me informaban qué había hecho … Aquí no soy un migrante ni un turista. Tuve que huir por mi vida”.

El tercer testimonio fue el de un abogado venezolano que trabajaba como fiscal desde 2002 y que en 2016 y estaba a cargo de investigar el accionar de funcionarios policiales. “Mi institución, en la cual me formé, fue secuestrada por las cúpulas del poder. Un día, vehículos militares llegaron a mi casa y cinco funcionarios me bajaron del auto. “Sabemos quién es usted”, contó.

Agregó: «me pusieron una bolsa en la cabeza y me arrojaron dentro de un autor. Me sujetaron las manos. Estuve 40 horas en una posición de tortura y me decían que habíamos ido más allá de lo que teníamos permitido.

El último de los que habló ante los jueces fue otro de los detenidos en el triste edificio Helicoide: “El gobierno de Maduro en 2015 presentó una llamada telefónica distorsionada acusándome de conspiración junto a un militar que todavía está preso en la cárcel de la dictadura … 17 veces me llevaron a tribunales. La jueza dijo que no había terrorismo, pero por una llamada recibida tenía que mandarnos a juicio. Si no lo hacía, iba a estar presa con nosotros y tenía que pensar en ella y su familia.

Y recuerda que allí vio “cualquier tortura que se puedan imaginar … A los detenidos los sacaban, los golpeaban, y los regresaban a la celda. Fui secuestrado por el gobierno. Somos fichas de cambio cuando ellos nos necesitan. Esto está pasando con más de dos millones de personas en Venezuela.”

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