En el último mes, el gobierno de Nicaragua cerró más de 1.600 organizaciones, muchas de ellas, iglesias evangélicas

El gobierno de Nicaragua apunta gran parte de su ataque social contra los líderes religiosos y las organizaciones sin fines de lucro que estos encabezan. Muchos sacerdotes católicos y pastores evangélicos fueron acosados, detenidos y obligados a exiliarse.

Los misioneros estadounidenses de la iglesia Mountain Gateway (Puerta de la Montaña) habían conseguido escapar de esta represión. Provenientes de Texas, sus fundadores llegaron a orar con oficiales de la policía nicaragüense y miembros del Congreso e inspiraron artículos elogiosos en los medios de comunicación del gobierno.

Puerta de la Montaña creció exponencialmente gracias, también, a los millones de dólares en donaciones. Cerca de un millón de personas protagonizaron avivamientos evangélicos que llenaron plazas y estadios de todo el país.

El presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, y su esposa y vicepresidenta, Rosario Murillo, solo en el último mes han cerrado más de 1600 organizaciones, muchas de ellas iglesias evangélicas. A fines del año pasado, once pastores que los Hancock habían reclutado fueron encarcelados por cargos de lavado de dinero y fraude. Sus familias no los vieron ni supieron nada de ellos desde su detención en diciembre.

En marzo, los pastores fueron condenados a penas de entre 12 y 15 años de prisión y a pagar una multa de 80 millones de dólares cada uno. Incluso los dos abogados que los representaban fueron encarcelados y se confiscaron propiedades de la iglesia por valor de más de 5 millones de dólares.

Los pastores fueron finalmente liberados el jueves en una excarcelación negociada por el Departamento de Estado de los Estados Unidos, que incluyó a más de otros 100 presos políticos. Todos los liberados llegaron en avión a Ciudad de Guatemala.

Hancock, su esposa Audrey, su yerno y su nuera también han sido acusados públicamente de lavado de dinero por el gobierno de Nicaragua, pero se encontraban fuera del país durante la redada. Pasaron el año en Washington presionando a miembros del Congreso, el Departamento de Estado, otras agencias y grupos religiosos en favor de los pastores encarcelados.

En nuestro país, las iglesias evangélicas gozan de una absoluta libertad de cultos. Algunas se encuentran bajo el paraguas de denominaciones o grupos de denominaciones, mientras que otras, en general, las más nuevas y las que trabajan en barrios más pobres, tienen total independencia.

¿Creen ustedes que el gobierno tendría que vigilar el accionar de las iglesias evangélicas y sus organizaciones sociales? ¿Nuestro país precisa que las actividades de cultos no católicos tengan un control más estricto?

Fuente: New York Times

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