La expansión al comercio internacional requiere no solo identificar mercados y proveedores, sino también entender regulaciones, costos logísticos y riesgos legales. Qué hay que tener en cuenta.
Tras la política de apertura comercial y baja arancelaria implementada por el gobierno de Javier Milei, emprendedores comienzan a mirar al comercio exterior como una oportunidad para generar divisas y escalar sus negocios.
Sin embargo, dar los primeros pasos en importación o exportación puede resultar complejo y costoso si se cometen errores. Contar con información clara, asesoramiento adecuado y una estrategia definida se vuelve clave.
«Hay que conocer el mercado al que uno apunta, entender su demanda, los requisitos que exige y evaluar si la oferta propia puede diferenciarse o competir. Investigar, consultar y analizar datos de consumo y normativas específicas del país de destino es el primer gran paso», explicó Lucas Bianchi, CEO y fundador de Interborders.
En esa línea, Yanina Lojo, asesora en comercio exterior, recomendó comenzar por mercados más pequeños y similares al producto o servicio que se quiera exportar. «Muchas personas quieren desembarcar directamente en Estados Unidos, Europa o incluso Brasil, pero son mercados de gran escala que a veces requieren adaptar el producto antes de exportarlo», señaló.
Una vez definido el mercado y el objetivo es necesario contar con clave fiscal nivel 3, registrar la empresa como exportadora o importadora, inscribir el CUIT ante la aduana y vincular un despachante o empresa habilitados. «Es fundamental familiarizarse con el entorno documental, que incluye facturas, permisos, certificaciones y traducciones. Este punto suele frenar a muchos, pero existen alternativas para no paralizarse: servicios de terceros exportadores permiten validar mercados sin asumir toda la carga administrativa inicial. Es una buena opción para emprendedores que quieren moverse ágilmente», agregó Bianchi.
En comercio exterior también deben sumarse los costos de los aranceles, seguros, tasas portuarias, comisiones bancarias, almacenaje en tránsito, y ajustes por tipo de cambio.
En cuanto a los costos, asegura Bianchi, es necesario comprender que «exportar no es solo sumar el precio del producto y un envío». En comercio exterior también deben sumarse los costos de los aranceles, seguros, tasas portuarias, comisiones bancarias, almacenaje en tránsito, y ajustes por tipo de cambio. «Saber calcular correctamente los costos logísticos y financieros es lo que permite que un negocio internacional sea rentable», aseveró.
Una alternativa rentable
Para quienes recién empiezan y perciben los requisitos del comercio exterior como un obstáculo, Lojo destacó la opción de Exporta Simple, un régimen que permite a las pymes exportar sin estar inscriptas como importador-exportador y que también es accesible para monotributistas con clave fiscal nivel 3.
«Todo se realiza a través de la página de ARCA, sin necesidad de contratar un despachante ni enfrentar tanta complejidad», detalló sobre el régimen que permite realizar exportaciones por hasta u$s 600.000 anualmente, o u$s 15.000 por operación.
«Dentro del portal de Exporta Simple se puede estimar el valor FOB (Free On Board), calcular pagos y evaluar posibles reintegros. Ingresando los datos de la operación, ARCA permite consultar cotizaciones con distintos operadores logísticos y conocer el costo de envío al destino. Una vez elegida la empresa, el operador se encarga de los trámites aduaneros para finalmente cobrar la operación de exportación», indicó Lojo.
Qué pasa con la importación
Dar los primeros pasos en importación también requiere cuidado: un error aduanero puede costar la mercadería misma. «Un error en la clasificación del producto, en la logística o en la documentación, sobre todo en la primera operación, no solo genera un problema económico, sino también legal y puede desmotivar al emprendedor. Por eso recomiendo siempre consultar previamente con especialistas», señaló Juan Pablo Bastero, director general de Jidoka.
El primer paso para cualquier emprendedor es definir el producto que desea importar y buscar proveedores confiables en el país de origen. En ese sentido, recomienda llegar al fabricante directo y no depender de intermediarios ya que encarece el producto.
«A veces incluso ese intermediario cambia de proveedor sin que la persona se entere y recibe una mercadería de peor calidad. Para asegurarse de la autenticidad y el estándar del proveedor, es clave solicitar certificaciones internacionales, como las de la Unión Europea, y pedir muestras para testear la mercadería», detalló.
Una vez seleccionado el producto, hay que preparar la ficha técnica y la factura, que se enviarán al especialista aduanero para que clasifique correctamente la mercadería. «Si esta etapa falla, cuando la mercadería llega, el emprendedor ya habrá pagado el producto y el flete, y cualquier intervención aduanera puede convertirse en un dolor de cabeza», señaló el especialista.
Dependiendo del régimen elegido, la nacionalización del producto puede variar. Para envíos particulares a través de courier, hay límites de hasta u$s 3.000 por operación o 5 envíos por año, pero estos no aplican para actividades comerciales. En cambio, los emprendedores deben registrarse como importadores, contar con clave fiscal nivel 3 y reunir la documentación requerida, factura y packing list para nacionalizar la mercadería.
Los costos de la operación incluyen la compra de la mercadería, los gastos logísticos -marítimos o aéreos- y los tributos correspondientes. Además, es fundamental definir los incoterms, que establecen hasta dónde llega la responsabilidad del proveedor y del comprador. «Antes de hacer el pedido, es recomendable enviar la factura y la ficha técnica a un especialista de comercio exterior para que clasifique el producto, haga un costeo completo de la operación y recomiende el régimen más conveniente. Así, el emprendedor ya conoce de antemano el costo total de su importación», concluyó Jidoka.
Fuente: Cronista