Día Mundial del Folclore: cuidar el ingrediente básico de la vida de un pueblo

La palabra folklore (hoy día, las academia hispanas prefieren «folclore» para evitar la incómoda letra ka de cuño anglosajón) fue creada por el arqueólogo inglés William John Thoms el 22 de agosto de 1846. Etimológicamente deriva de folk (pueblo, gente, raza) y de lore (saber, ciencia) y se designa con ella el «saber popular». Thoms usó por primera vez la palabra folklor en un escrito publicado en la revista The Athenaeum de Londres y la UNESCO determinó instaurar ese día como «Día internacional del Folklore».

El 22 de agosto de 1960, casi un siglo después de que se creara el término, se realizó en Buenos Aires, Argentina, el Primer Congreso Internacional de Folklore. Presidido por el prestigioso folklorólogo salteño Augusto Raúl Cortázar, reunió a representantes de 30 países. ¿Por qué lo citamos? Porque Cortázar definió el folclore como muy pocos lo hicieron: “El folklore integra orgánicamente la vida del pueblo; pues bien: éste incorpora también a su vida actual ese pasado, que sobrevive en la memoria colectiva, no como simple recuerdo de algo ocurrido y concluso en una época cualquiera, sino como tradición, como elemento proveniente de un pretérito indeterminado, pero vigente hoy en las preferencias colectivas, en los ideales comunes, en las costumbres, en las normas consuetudinarias”.

Vaya nuestro saludo y nuestro recuerdo a tantos que engrandecieron y engrandecen la cultura popular dominicana, no la que se vende al exterior, sino la de las entrañas, la de los barrios, la que se transmite de persona a persona, la que guarda tradiciones orales, la que sustenta y da carácter a una sociedad, la que hace que Dominicana sea Dominicana, la que individualiza a los pueblos del mundo.

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