Por Néstor Saavedra
Hace muchos años, un viejo amigo me preguntó si yo sabía cuál era la causa principal de los graves problemas que azotan a un país. Obviamente, empecé a hablar de tal y cual gobierno, de tal y cual medida política, de tal y cual ideología. Sabiamente, me respondió:
«No, el motivo principal son los padres. ¿Tus padres te enseñaron a robar, mentir, golpear…? No. Por lo tanto vos no vas a repetir esa conducta. O si te tentás a caer en las garras de alguna situación así, lo vas a pensar dos veces.»
Desde entonces pienso que, antes de criticar la acción del estado sobre nuestros niños, debemos pensar qué estamos haciendo como papás de esos mismos niños. Eso no quita, sino aumenta, nuestra visión de la necesidad de un estado presente en nuestras infancias. Los niños no son el futuro de nuestra sociedad, frase que queda muy linda pero traslada la responsabilidad hacia tiempos por venir. Los niños son el presente de nuestra sociedad y algunos datos alarman.
El informe general Enhogar de 2022, presentado públicamente al año siguiente, muestra algunas cifras muy preocupantes. Veamos algunos ejemplos:
El 21,5 % de la población encuestada de cinco años en más de la provincia de Bahoruco no sabe leer ni escribir. En Elías Piña el número se eleva casi al 30 %. Solo el 10 % de la población de 5 a 9 años realiza alguna práctica deportiva. Un 4,5 % de menores de 10 a 14 años, de todo el país, trabaja. ¡Un 52 % de los hogares no tiene internet! Un 24 % de chicos de 10 a 14 nunca usó una computadora.
Exijamos la contribución del estado al bienestar de nuestros niños: escuelas que funcionen bien y tengan la correcta infraestructura, movilidad para aquellos que viven lejos de los centros educativos, programas de estudio y libros actualizados a una realidad cambiante; agua, desagotes, seguridad y energía eléctrica, que les facilite la vida, no solo estudiantil, sino en todas las esferas de su crecimiento, como la higiene.
Pero también, volvamos al principio, démosles a nuestros niños el amor y el respeto que se merecen, cuidémoslos y enseñémosles los valores de la vida, pero con nuestro ejemplo. Que no sea solo para el Día de la Infancia.