En un escenario marcado por la volatilidad y la búsqueda de instrumentos que permitan proteger el capital, las franquicias pasivas emergen como una opción cada vez más valorada por los inversores argentinos. A diferencia del esquema tradicional, este modelo permite delegar por completo la gestión operativa del negocio en un tercero calificado, mientras el inversor aporta el capital y recibe las utilidades pactadas. Sin lidiar con proveedores, empleados ni administración diaria, se vuelve una propuesta ideal para quienes tienen fondos pero no tiempo.
“El interés por este tipo de inversiones no para de crecer. Hay muchas personas con capacidad financiera, pero sin el deseo, o la posibilidad, de ocuparse de un negocio todos los días”, explica Daniel Arce, socio fundador de Franquicias que Crecen. “Este modelo les permite participar en franquicias consolidadas, de manera totalmente delegada”, detalla el especialista.
Según Arce, los perfiles más habituales en este esquema son profesionales independientes, empresarios o personas con múltiples actividades, que buscan diversificar ingresos sin sumar una carga laboral. A eso se suma un factor clave: los contratos suelen estar dolarizados y las rentabilidades también se calculan en moneda dura, una ventaja decisiva en un país como Argentina.
Desde Franquicias que Crecen destacan que las franquicias pasivas permiten al inversor reducir riesgos, al ingresar en un modelo ya probado. La consultora realiza una selección rigurosa de marcas, priorizando aquellas con trayectoria, solidez financiera y operación estandarizada. Además, las franquicias se comprometen a entregar reportes mensuales que permiten al inversor seguir de cerca la evolución del negocio.
Gastronomía, servicios y retail: los rubros con más demanda
Aunque el modelo puede aplicarse a diferentes sectores, hay tres rubros que se destacan: gastronomía, servicios y comercio minorista.
En el primero, bares, cafeterías y restaurantes mantienen su atractivo, apalancados por la demanda sostenida de experiencias gastronómicas. En el sector de servicios, centros de estética, gimnasios y espacios de bienestar también se adaptan bien al formato. En retail, tiendas con operación estandarizada permiten replicar el modelo con eficiencia.
Casos concretos: cuánto se invierte y qué se gana
Uno de los modelos más consolidados es el de CORE, una cadena de centros de entrenamiento con 20 locales activos, la mayoría bajo esquema pasivo. La inversión para un local completo es de u$s65.000, con un contrato de 48 meses. El inversor recibe el 90 % de la rentabilidad hasta recuperar su capital, y luego un 50 % durante dos años más. También existe una opción de participación parcial desde u$s21.800, con distribución proporcional de ganancias.
En el rubro gastronómico, La Fábrica ofrece una opción de bajo ticket: desde u$s10.000 se puede ingresar con un contrato a tres años y una rentabilidad del 18 % anual en dólares. Son locales de despacho rápido, con costos operativos reducidos.
Catapumba Fit, también en el universo fitness, propone una inversión desde u$s20.000 con un retorno mensual del 4 %. Los locales son administrados por la propia marca, lo que garantiza gestión profesional. El contrato es de cuatro años, y el formato típico ronda los 150 metros cuadrados, con una inversión total estimada en u$s60.000.
En el segmento más premium se ubica PIBÄ, una propuesta de cocina urbana y cerveza artesanal. La inversión total para un local es de u$s130.000, con un contrato a cuatro años. El inversor accede al 90 % de la rentabilidad durante todo el contrato. Actualmente, la marca opera 15 locales, incluyendo puntos en Mendoza, Corrientes, Milán y Barcelona, y se encuentra en búsqueda de locación en Guayaquil.
Franquicias en el exterior
El modelo pasivo también se aplica para canalizar inversiones en el exterior. Desde Franquicias que Crecen destacan tres marcas con operación internacional.
Una es São, especializada en medialunas y café gourmet. Con una inversión inicial desde u$s20.000, el retorno estimado se alcanza en 4,2 años, con una rentabilidad del 20 % anual en dólares.
Otra es La Birra Bar, hamburguesería que nació en Buenos Aires y se expandió al exterior. Permite ingresar desde u$s42.000, con un recupero estimado en 4,15 años y una rentabilidad del 19 % anual.
Finalmente, Tuluka, pionera en el concepto crossfit como marca, requiere una inversión mínima desde u$s23.000, con una proyección de 4,5 años para recuperar el capital y un rendimiento anual del 18 % en dólares.
Qué tener en cuenta antes de invertir
Más allá de los números, Arce aclara que el éxito de la inversión depende en gran medida de la calidad de la franquicia y del contrato firmado. “Es fundamental trabajar con marcas que tengan un modelo sólido y experiencia operativa. Y también es clave contar con asesoramiento legal, para revisar cada cláusula y entender los términos y responsabilidades”, advierte.
Con una inflación persistente, restricciones de crédito y un creciente interés por generar ingresos adicionales, las franquicias pasivas se posicionan como una alternativa cada vez más sólida. Ofrecen retornos dolarizados, respaldo de marcas consolidadas y la posibilidad de participar en un negocio rentable sin involucrarse en su operación diaria.
Como toda inversión, requiere análisis y asesoramiento, pero la tendencia es clara: delegar la gestión ya no es una desventaja, sino una estrategia de capital inteligente.
Fuente: Ámbito