Por Néstor Saavedra
De un presidente de la República Dominicana a otro presidente de la República Dominicana. De un año a medio siglo después. Todo comenzó en 1970, cuando el principal mandatario, Joaquín Balaguer decidió que la ciudad histórica y capital debería tener un teatro digno. Por eso no anduvo escatimando gastos: designó la tarea al arquitecto Teófilo Carbonell y facilitó todo para que este profesional recorriera los mejores teatros del mundo para plasmar su obra magna.
A través de sus viajes, el diseñador logró plasmar una idea que, luego, adaptó al presupuesto disponible y asentó en planos que empezaron a tomar forma de edificio en un arduo trabajo de unos tres años.
La arquitectura monumental, con fuertes reminiscencias clásicas, combina solidez y accesibilidad. Mármol, caoba, yeso y ónix se mezclan para convertirse en la puerta al arte. Carbonell contó con el aporte de dos grandes ingenieros estructurales: William Read y Juan Manuel Bonetti.
El Teatro Nacional fue inaugurado el 16 de agosto de 1973, por el presidente Joaquín Balaguer con la presencia de distintas personalidades de la época. El Festival de Inauguración tuvo un programa que incluía teatro, ópera y ballet, entre otros géneros artísticos. En 2006, se le impuso por decreto presidencial el nombre del mítico barítono dominicano, Eduardo Brito.
Hoy, el presidente Luis Rodolfo Abinader, a 51 años de la concreción del sueño de Balaguer, iniciará su segundo mandato consecutivo. Los une un teatro. Los une un país.