Claudia Sheinbaum está a punto de hacer historia al convertirse en la primera mujer en asumir la presidencia de México, un país que enfrenta múltiples desafíos en el ámbito de la seguridad, la economía y las relaciones diplomáticas.
Heredando el liderazgo del presidente saliente Andrés Manuel López Obrador, Sheinbaum ha reiterado su compromiso con la “transformación” del país, una visión que compartió con su mentor.
Sin embargo, su mandato iniciará bajo un clima de creciente inseguridad, con cerca de 200,000 homicidios durante los últimos seis años y la constante amenaza del crimen organizado.
Uno de los principales retos que deberá enfrentar es la violencia ligada a los cárteles y la crisis de violencia de género, que ha cobrado la vida de decenas de mujeres diariamente.
Aunque Sheinbaum ha expresado su intención de continuar con la política social de “abrazos, no balazos” de López Obrador, ha señalado que buscará un enfoque más técnico y coordinado para combatir el crimen organizado, apostando por el uso de inteligencia y una mejor coordinación entre las fuerzas de seguridad y las fiscalías.
Además de la seguridad, Sheinbaum se enfrentará a importantes desafíos diplomáticos, como el reciente roce con España, y a un escenario internacional complejo con las elecciones en Estados Unidos a la vuelta de la esquina.
Aunque su llegada al poder ha generado expectativas, la pregunta central es si podrá mantener el enfoque popular de López Obrador mientras implementa soluciones más prácticas y tecnocráticas en un país profundamente marcado por la violencia y la desigualdad.