Cindy Ngamba: de acosada por mal olor y africana a ganar la primera medalla olímpica para el equipo de refugiados

La atleta refugiada Cindy Ngamba ganó en París la primera medalla para el Equipo Olímpico de Atletas Refugiados. Ngamba compitió en boxeo, en la categoría femenina de 75 kg, y obtuvo la presea de bronce. Hasta aquí es un dato, llamativo e histórico, pero dato al fin. Cuando nos adentramos en la vida de esta jovencita, los números y el premio adquieren otra dimensión, porque la persona supera a la deportista.

“Quiero decirles a las personas refugiadas de todo el mundo –incluidas a las refugiadas que no son atletas– que sigan trabajando, que sigan creyendo en sí mismas, que pueden conseguir cualquier cosa que se propongan”, afirmó.

Ngamba, de 25 años, es la primera boxeadora refugiada que se clasifica para los Juegos Olímpicos. Tras huir de su país natal, Camerún, llegó al Reino Unido con 11 años. El tío que la trasladaba perdió la documentación de la sobrina.

Ngamba no sabía hablar una palabra en inglés y, por su origen africano y notable peso, se enfrentó al acoso, a la soledad y el bullying en la escuela. «No conocía cosas como el desodorante, así que olía mal en clase y los niños se burlaban de mí. Tenía dos profesoras de educación física, quienes eran mis figuras maternas y me compraban el spray. En parte gracias a ellas, la educación física era mi materia favorita», confesó.

Sin pasaporte británico no podía volver a su país de origen, mucho menos, cuando escogió el lesbianismo para su vida. En Camerún, la homosexualidad se pena, mínimamente, con cárcel.

Luego de haber estado arrestada en Inglaterra, descubrió el boxeo en su club juvenil de Bolton. Al principio, no había otras chicas con las cuales entrenar y tenía que practicar con chicos, pero pronto empezó a viajar para participar en combates. En 2019 ganó el primero de sus tres campeonatos nacionales.

Su entrenamiento para los Juegos Olímpicos contó con el apoyo de la Fundación Olímpica para los Refugiados (ORF, por sus siglas en inglés) a través de su Programa de Becas para Atletas Refugiados, financiado por el Comité Olímpico Internacional (COI).

Su madre, su tía y algunos de sus hermanos viven en París, lo que ha hecho que su sueño olímpico sea aún más especial.

“Cindy nos recuerda lo que las personas refugiadas pueden lograr y que de hecho logran, cómo prosperar si se les da la oportunidad y la contribución positiva que hacen a las comunidades de todo el mundo”, declaró Jojo Ferris, Director de la Fundación Olímpica para los Refugiados. “Es un gran momento para Cindy, para el Equipo Olímpico de Atletas Refugiados del COI y para los 120 millones de personas de todo el mundo que se han visto forzadas a huir de sus hogares”.

Ngamba es una de los 37 atletas que compitieron en París como parte del equipo de refugiados, creado por el COI para dar a los deportistas desplazados la oportunidad de competir al más alto nivel. También fue una de las abanderadas en la ceremonia de apertura, junto con Yahya Al Ghotany, un deportista de taekwondo que vive en el campamento de refugiados de Azraq, en Jordania.

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