Por Néstor Saavedra
“Vengo a presentarme como soldado para defender a mi patria”, dijo Jean-Julien Lemordant, un hombre de 32 años, que había estudiado arquitectura, pero se había destacado ya como pintor, tanto de cuadros como de murales en edificios particulares.
Se iniciaba la Primera Guerra Mundial, en 1914, y su espíritu patriótico francés lo llevó a cambiar las armas por el pincel. Herido en la batalla de Charleroi, fue a pelear en Artois. La explosión de una granada iba a cambiar su vida para siempre.
Fue abandonado en el campo de lucha creyéndolo muerto. Días después lo encontró, moribundo, el ejército enemigo y lo llevó preso a Alemania. Posteriormente fue intercambiado por prisioneros y volvió a su país.
Se dedicó de pleno a la pintura mientras vivía de una pensión del estado. Presentó numerosas acuarelas en distintas galerías y viajó por el mundo.
En 1927, Lemordant compró, en París, un terreno de pequeñas dimensiones y formas muy irregulares, acotado por un muro de 18 metros de alto que sostenía una calle lateral. Los propietarios habían intentado subastar este lote, pero, pese al precio muy bajo, no había habido interesados por los problemas citados.
El desafío era doble en cuenta su ceguera. Pero Lemordant no vaciló y construyó, primero una maqueta, y luego los planos, que terminaron en concretarse en un hotel de cuatro pisos. En el tercero, estaba su iluminado atelier que pocas veces utilizó.
Aquí la historia entra en un mar de dudas: algunos autores dicen que en 1923 había recuperado la vista, ya que se le había movido la astilla de metal que se le había incrustado en el cerebro, y que siguió desempeñando un papel de pintor ciego, incluso posando con vendas 9 años después de finalizada la contienda. Otros, en cambio, señalan que mucho más tarde recuperó la vista tras algunas operaciones. La Sociedad Argentina de Arquitectos lo consideraba un colega ciego hacia 1932.
En las luchas del Mayo Francés en París, en 1968, Lemordant caminaba cerca de un piquete, cuando estalló una bomba de gas lacrimógeno arrojada por la policía. La inhalación del veneno le causó la muerte a este brillante ¿ciego? francés.