No recomendamos usar la palabra «animal» como un insulto. No porque denigre a las personas. Todo lo contrario: las jerarquiza, las exalta. Si no…
En Tlaquepaque, Jalisco, México, una mujer amarró a un perro a su camioneta y lo arrastró por varias calles. Afortunadamente, un automovilista le cerró el paso para detener la agresión animal.
La mujer se fastidió porque la detuvieron los vecinos, ya que dijo tener una cita. Incluso les dio unas tijeras para que cortasen la correa y ella seguir con sus actividades. Indignados, los vecinos se negaron a ese proceder. Ella se bajó y cortó la soga, pero, igualmente, se le interpusieron en el camino del auto.
«Tengo una cita», «el perro me daña el carro» y «así se arrastra» integran el puñado de frases odiosas de esta dama. Nadie puede obligar a otro a querer a los animales, pero cometer crueldades contra ellos es delito en muchos países.
La mujer fue detenida, como corresponde, y el perro, atendido, pues le sangraron las patas.