América Latina y China: una relación cada vez más estratégica

Días atrás se realizó el Encuentro de Jóvenes de China y América Latina en Beijing, Qinghai y Guangdong, con la participación de delegaciones de 15 países de América Latina y el Caribe. Durante el evento, se abordaron diferentes temáticas como política internacional, economía e inversiones, cultura, ciencia y tecnología, planificación, lucha contra la pobreza y medio ambiente, entre otras. Contaron con la participación de funcionarios del Partido Comunista local, empresarios de rubros estratégicos como el automotriz y el energético, de la construcción y la tecnología, así como referentes de universidades, centros de estudio y funcionarios locales de las ciudades anfitrionas.

Más allá de su valor simbólico, este tipo de actividades refleja un proceso de acercamiento cada vez más profundo entre China y América Latina, no solo en el ámbito cultural, sino en el terreno económico y estratégico. En los últimos 25 años, las relaciones entre ambas regiones han evolucionado de manera vertiginosa, transformándose en uno de los vínculos más dinámicos de la economía global. Lo que comenzó a fines de los años noventa como un comercio incipiente, se consolidó en este siglo en un entramado complejo de intercambio comercial, inversiones, financiamiento y cooperación en infraestructura y tecnología.

La relación comercial entre América Latina y China creció exponencialmente desde el ingreso del gigante asiático a la Organización Mundial del Comercio (OMC) en 2001. En el año 2000, apenas el 1,7 % del comercio exterior de bienes de la región era con China. Esa cifra se multiplicó por 10, llegando en 2024 a superar los 500.000 millones de dólares de intercambio comercial.

De esta forma, el país asiático se convirtió en el segundo socio comercial de América Latina, superando a la Unión Europea y acercándose a Estados Unidos. En el caso de las exportaciones, la proporción dirigida a China subió del 1% al 14% entre 2000 y 2023, mientras que las importaciones desde allá pasaron del 2,3% al 20% en el mismo período. Esta dinámica ha llevado a que países como Brasil, Chile y Perú tengan a China como su principal socio comercial, sobre todo en exportaciones de soja, cobre y litio.

La Inversión Extranjera Directa (IED) también creció de manera significativa. Entre 2000 y 2024, la IED de China en América Latina y el Caribe pasó de representar un papel casi marginal a posicionarse como una de las principales fuentes de financiamiento externo en sectores clave. Las inversiones chinas se concentran principalmente en:

  • Energía y recursos naturales: minería, petróleo, gas, litio y energías renovables.
  • Infraestructura: construcción de carreteras, puertos, ferrocarriles y energía eléctrica.
  • Tecnología y telecomunicaciones: despliegue de redes 5G y servicios digitales.
  • Según datos de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), el 57% de las inversiones chinas en la región se destina a energía, minería y agroindustria, sectores vinculados al suministro de materias primas esenciales para la industria y la transición energética de China.

Otro componente central del vínculo es el financiamiento. Las entidades financieras chinas, como el Banco de Desarrollo de China y el Banco de Exportación e Importación, han otorgado préstamos a varios países de la región, en particular a aquellos con dificultades de acceso a los mercados tradicionales de crédito. Entre 2005 y 2023, los préstamos chinos a América Latina superaron los 138.000 millones de dólares.

La participación china también se expandió en el desarrollo de infraestructura. A través de la Iniciativa de la Franja y la Ruta, América Latina se convirtió en un nodo estratégico de este megaproyecto global que impulsó más de 100 obras de infraestructura en los distintos países latinoamericanos.

En este marco, es necesario pensar estratégicamente el vínculo bilateral entre Argentina y China. Son economías complementarias, lo que queda demostrado en la demanda estable y creciente de productos agropecuarios, principalmente soja y sus derivados. En este mercado hay mucho potencial para avanzar en exportar productos alimenticios y agropecuarios con mayor valor agregado. Pero también es necesario desarrollar sectores como la minería, la energía y la economía del conocimiento, que son complementarios con la demanda que tiene China para su crecimiento económico y social y para los desafíos que enfrenta en términos de transición energética hacia energías más limpias.

Fuente: El Auditor.info

Comparte esta noticia