Si hay tantos haitianos en República Dominicana como parece, ¿por qué el Gobierno no actúa?

¿Cuántos haitianos viven en nuestro país? Imposible saberlo con certeza.

El director ejecutivo del Instituto Nacional de Migración de la República Dominicana (INMRD), doctor Wilfredo Lozano, afirmaba el año pasado que no había muchos datos que establezcan la dimensión sobre la inmigración de haitianos hacia el país: “aquí los cálculos indican unas 800,000 personas inmigrantes en general, y posiblemente haitianos y de origen haitianos sean algunas 700,000”.

En el censo nacional hecho en 2022 existía un rubro donde los habitantes de país debían señalar su procedencia. Hasta ahora no hemos visto publicados esos datos. Además, con una frontera muy voluble, tampoco es fácil calcular cuántos ingresan y egresan.

En nuestro programa Pulso Político, Rodolfo Santos contó que una amiga está muy preocupada porque cada vez que viaja al trabajo ve más haitianos que dominicanos. Luego reflexiona sobre los haitianos que, en Punta Cana, tomaron las calles como si fueran dueños.

La visita del secretario de Estado de los Estados Unidos y su manifestación de que su país brindará más ayuda a Haití ponen otra vez de relieve el tema de la migración ilegal dentro de la isla La Española. Temas como la falta de cupo en las escuelas o las largas demoras en los hospitales públicos, también.

Es el momento en que el presidente Luis Abinader, que inicia su segundo mandato, dé pautas claras sobre la manera en que va a enfrentar esta triste realidad. Si los haitianos se radican legalmente y trabajan o estudian con la documentación correspondiente, nadie puede echarlos. En cambio, si ingresan a escondidas y ocupan un lugar ilegal en el país que fuere, deben recibir la pena que imponga la ley.

La voluntad política debe quedar demostrada y tiene que bajar de un plano teórico a otro práctico. Nadie tiene derecho a hacer justicia por mano propia, pero tampoco nadie tiene derecho a sufrir maltrato. La frontera tendrá que ser reforzada y la solicitud de documentación callejera deberá ser clave para el orden. Un país sin organización está condenado a la mediocridad.

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