Por Néstor Saavedra
La vida nos da oportunidades. La de hoy es única. ¿Le dijiste “te amo” a tu hijo? Es fácil. Y a su vez no es fácil. ¿Por qué?
Nos cuesta expresar oralmente nuestros sentimientos positivos. El enojo, el disgusto … esos sí, los podemos decir, incluso, a gritos. Pero, “te amo” o “sos hermoso” o “sos la más linda” parece que han sido culturalmente reservados para novios, amantes y, con suerte, maridos y esposas. Incluso, salvo en la adolescencia parecen no usarse ni entre amigos, como si fuera que amar a un amigo es malo.
Sospecho que nos cohibimos o avergonzamos a causa de que tenemos asombrarnos por la respuesta. Baso esta idea en que, cuando son niñitos, bebes, no tenemos ningún problema en decirles frases hermosas: claro, no nos va a responder más que “brrr”, “mmm” o, con mucha suerte, “papá” o “mamá”.
Pero, ¿qué nos dirá ese “gigante” de 15 años casi tan alto como nosotros? ¿Qué nos dirá esa señorita, ya con novio y cien pretendientes? ¿Qué responderá ese hombre de bigotes que ya tiene un hijo o esa señora, madre de dos?
No sé, pero vale la pena arriesgarnos. Es mucho más fácil que haberlo parido o criado. Solo falta que hoy te animes. No esperes a mañana. Nunca sabemos qué pasará.
“Bueno, pero vive lejos”, “Él o ella no me dicen nada a mí”, “Seguro que no le importa”: son todas excusas, que yo también invoqué. Si está cerca, díselo cara a cara. Si vive lejos, por whatsapp, por redes sociales, pero díselo.
No sobreentiendas que alcanza con que lo ayudes en todo, le des dinero o tengas su ropa lavada y planchada. Los seres humanos nos comunicamos, además, con un lenguaje oral y escrito. Díselo. Hace años, a nuestros abuelos y padres les costaba mucho más, porque las distancias eran mayores. Hoy, rompamos esa barrera y disfrutemos el placer de decirle a nuestro hijo “te amo”.
Acá termino esta nota: me voy a decírselo a los dos míos.