No se bañó durante más de 50 años. Así vivió Amou Haji, un anciano iraní que fue apodado el hombre más sucio del mundo. Mientras otros veían salud en la higiene, él creía lo contrario: pensaba que el agua lo hacía vulnerable y enfermarse.
Su vida era extrema: bebía agua sucia de charcos, fumaba excremento de animales, dormía en un agujero en la tierra. Y aun así llegó a los 94 años.
En 2022, por primera vez en décadas, aceptó bañarse porque sus vecinos lo convencieron. Fue noticia en todo el mundo. Pero meses después, su salud cayó en picada y murió.
Muchos empezaron a hacerse preguntas: ¿Su cuerpo se había acostumbrado a esas condiciones extremas, al punto de que un baño lo desestabilizó? ¿O fue pura coincidencia que enfermara justo después? Nadie tiene la respuesta.
Ni siquiera los médicos o científicos que siguieron su caso pudieron explicarlo con certeza. Algunos creen que su organismo había desarrollado una resistencia única tras tantos años sin higiene; otros piensan que simplemente ya había llegado su momento.
Lo cierto es que, hasta hoy, su historia sigue siendo un misterio y nos deja una lección: que la vida no siempre sigue las reglas que creemos. Y que por más que hagamos o dejemos de hacer, hay cosas que están fuera de nuestras manos.
Dios nos recuerda lo mismo: no somos eternos, no somos dueños del tiempo, solo de cómo lo vivimos y cada día que tenemos es un regalo.
Hazle llegar esta historia a alguien que necesita valorar más la vida… para recordarle que nada está garantizado, ni siquiera lo que creemos más lógico.
Nota: Basado en un hecho real ocurrido en Irán. Documentado por medios como BBC, The Guardian y CNN. Esta versión ha sido adaptada con un estilo narrativo emocional para fines de reflexión y conciencia.
Fuente: Badabun