“Si nacés pobre, la única forma de rebelarte contra el sistema es a través de la educación”, decía el economista Tomás Bulat. Y tenía razón. Pero ¿qué pasa cuando esa educación no incluye herramientas básicas para entender el dinero, planificar gastos o tomar decisiones financieras?
En Argentina, la educación financiera sigue siendo una gran deuda pendiente.En un país donde la inflación erosiona el salario mes a mes, ahorrar, invertir o incluso entender el funcionamiento de una cuenta bancaria no es un conocimiento opcional: es una necesidad urgente. Sin embargo, la mayoría de los argentinos no cuenta con una formación mínima para enfrentar esos desafíos. Según datos del Banco de Desarrollo de América Latina, solo el 28 % de la población adulta tiene un nivel adecuado de educación financiera.
Las consecuencias están a la vista: sobreendeudamiento, informalidad, baja bancarización, dificultad para emprender con sustento y una fuerte dependencia de soluciones improvisadas ante las crisis económicas. La falta de herramientas no solo limita las oportunidades individuales, sino que también reproduce desigualdades estructurales.
En los últimos años hubo avances, como la inclusión de contenidos financieros en la secundaria o iniciativas de organismos públicos y privados. Sin embargo, estas acciones siguen siendo aisladas, poco articuladas y, muchas veces, ineficaces para generar cambios duraderos. La educación financiera debe ser práctica, cercana y adaptada a las distintas realidades del país. No alcanza con explicar qué es una tasa de interés: hay que enseñar cómo organizar un presupuesto familiar, cómo comparar productos financieros, cómo detectar estafas y cómo planificar metas personales.
Promover la educación financiera no solo implica enseñar a administrar el dinero, sino también empoderar a las personas para que puedan planificar su futuro, evitar riesgos innecesarios y romper con ciclos de endeudamiento crónico. Se trata, en definitiva, de una política de inclusión con impacto social profundo.
Desde Identidad Financiera 2020 SRL trabajamos para acercar estos contenidos de forma simple y accesible, porque creemos que la educación financiera empodera. No se trata de formar economistas, sino ciudadanos capaces de tomar decisiones con autonomía y proyectar un futuro con mayor seguridad.
La educación financiera no es un privilegio: es un derecho. Promoverla no puede seguir siendo una opción. Es tiempo de convertirla en política pública, en contenido transversal y en práctica cotidiana. Solo así construiremos una sociedad más equitativa, consciente y preparada para enfrentar los desafíos del presente y del futuro.
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