Tras el fallecimiento del papa Francisco, el Vaticano enfrenta una nueva etapa institucional. Sin embargo, su legado en materia de transparencia financiera y logística continúa vigente.
Con solo 44 hectáreas y 800 habitantes, el Vaticano depende casi por completo de importaciones y es la única economía del mundo absolutamente estatal, sin presencia privada. Su abastecimiento incluye alimentos, medicamentos, materiales de construcción y mantenimiento, tecnología y objetos litúrgicos. Por ello, la logística vaticana requiere controles precisos, seguridad reforzada y trazabilidad total de los bienes.
Durante su pontificado, Francisco impulsó una reforma profunda. En 2014, creó la Secretaría de Economía, introduciendo controles estrictos sobre las compras institucionales. Los dicasterios, equivalentes a ministerios, deben justificar adquisiciones que superen el 2 % del presupuesto anual.
Además, la logística vaticana se transformó: licitaciones más competitivas, contratos trazables y criterios éticos en las compras. Las adquisiciones no pueden implicar vínculos con industrias que violen derechos humanos o dañen el ambiente.
La economía de la Ciudad del Vaticano se financia internamente a través de la venta de sellos postales, recuerdos a turistas, entradas a museos y venta de publicaciones.
Aunque no exporta comercialmente, el Vaticano moviliza bienes simbólicos hacia el exterior. Esto incluye obras de arte, publicaciones religiosas y productos litúrgicos. Cada movimiento requiere coordinación aduanera y apego a normativas internacionales.
Para dar un ejemplo, en el año 2018, el último registrado por Eurostat, el Vaticano vendió bienes por 39,6 millones de euros y compró productos por unos 2 millones de euros. Le compró a Italia 25.500 kilos de productos incluidos en el apartado celulosa y papel reciclado, por un valor de 1.743 euros; a Francia, bienes por unos 146.000 euros en objetos de arte o colección y antigüedades, y a Alemania, un total de 1,2 millones de euros en manufacturas de piedras o metales precios, monedas o bisutería.
Tomando un país eminentemente católico y datos más actuales, de la plataforma DataComex, de la Secretaría de Estado de Comercio, en 2024 España exportó al Vaticano productos por un valor de 43.311 euros, mientras que las importaciones desde la Santa Sede fueron de 24.433 euros.
Lo cierto es que a nivel económico, no es gran cantidad. Sin embargo, los productos que España vendió a la residencia del Papa resultan curiosos. La operación más destacada fue, sin duda, la venta de zapatos. España vendió zapatos de goma para hombre por una cifra que ascendió a los 17.881 euros. A esta venta, se sumaron perfumes y aguas de tocador, por 13.174 euros, y productos cosméticos como maquillaje por 2.087 euros.
A nivel financiero, el Vaticano mantiene inversiones y propiedades en múltiples países. Para gestionar esos activos y realizar operaciones bancarias y logísticas internacionales, Francisco centralizó la administración en el Instituto para las Obras de Religión (IOR), también conocido como Banco Vaticano. La medida buscó dotar de transparencia a los movimientos financieros y prevenir la evasión fiscal y el lavado de activos.
Si bien la Ciudad del Vaticano no forma parte de la Unión Europea, mantiene vínculos estrechos con ella por sus acuerdos aduaneros y monetarios con Italia. Así, a partir del primero de enero de 1999, puede utilizar el euro como moneda oficial y, desde el inicio de 2004, emitir monedas en euros, de curso legal, por un valor nominal máximo anual de un millón. No puede emitir billetes.
En 2021, un decreto papal prohibió el clientelismo en los contratos públicos. Así, la logística del Vaticano no solo se mide en eficiencia, sino en coherencia con los valores que predica.
Hoy, la estructura logística vaticana también combina tradición, tecnología y gestión moderna. El desafío será mantener este modelo en un contexto global cada vez más volátil. El legado del papa argentino deja un Estado más ordenado, transparente y comprometido con principios éticos en cada etapa del proceso logístico y financiero.