El destituido presidente de Corea del Sur, Yoon Suk-yeol, ha sido detenido tras una orden emitida por la Oficina de Investigación de la Corrupción (OIC). Yoon es acusado de liderar un intento de insurrección al imponer la ley marcial el 3 de diciembre, lo que provocó su destitución por parte de la Asamblea Nacional el 14 de diciembre.
Es el primer presidente surcoreano, incluso estando apartado del cargo, en enfrentar un arresto. La detención se produce tras varios intentos fallidos de arresto y resistencias tanto de militares como de civiles.
El 2 de enero, un primer intento de arresto fue frustrado por la oposición de militares y una multitud frente a la residencia de Yoon. A pesar de la resistencia, el gobierno logró ejecutar la orden de arresto el 15 de enero.
La investigación por cargos de sublevación y abuso de poder sigue adelante, con la OIC buscando pruebas de un posible golpe de Estado. Yoon, quien prometió «luchar hasta el final» en sus redes sociales, aún goza de inmunidad para ciertos cargos, aunque no para los de insurrección o traición.
El proceso judicial continúa mientras la Corte Constitucional debe decidir si la destitución es definitiva o si Yoon será reinstalado en su cargo, en una decisión que podría tomar hasta 180 días.
La situación ha desatado tensiones políticas y sociales, con sectores del gobierno y la oposición enfrentándose sobre la legalidad y el manejo del caso.