La República Dominicana, no solo se ha convertido en uno de los centros logísticos más importantes del Caribe y Centroamérica, sino que, además, cuenta con la economía que más crecerá este año de toda América Latina –en torno a un 5 %, según las proyecciones del Banco Central dominicano y del FMI–, a lomo de sectores en expansión como el turismo, la construcción o los servicios.
Otra de las palancas que están contribuyendo a su desarrollo son las zonas francas. Con exportaciones que sobrepasan los 8.000 millones de dólares (unos 7.600 millones de euros al cambio actual), el sector representa el 67 % de los intercambios totales del país. Es, de hecho, la segunda actividad económica de mayor crecimiento en lo que va de 2024, con un incremento del 6,5 %, solo superado por los servicios financieros, destaca el Banco Central dominicano. La modernización de las infraestructuras locales, la profesionalización de la mano de obra y las políticas de incentivo han favorecido su avance.
“Además, su atractivo se ha visto reforzado en los últimos años por el riesgo que ha supuesto la ruptura de las cadenas de suministro debido a los conflictos geopolíticos que ha llevado a las empresas inversoras y exportadoras a prácticas de friendshoring, o establecimiento de sus fábricas en países que, como la República Dominicana, no albergan este tipo de riesgos”, señala Antonio Bonet, presidente del Club de Exportadores de España.
A esto se le suma la decisión de Estados Unidos de promover –por las mismas razones– la reubicación de sus empresas de Asia en destinos más cercanos a sus costas, como parte de la llamada política de nearshoring. “Estas zonas francas generan unos polos de riqueza importantes basados en exportar sobre todo a Estados Unidos”, explica Juan Carlos Martínez Lázaro, profesor del área de economía de IE University. Entre las principales ventajas de este régimen de incentivos figura el 100 % de exención sobre prácticamente todo tipo de impuesto. “También está el hecho de que tenemos un acuerdo de libre comercio con EE.UU.”, remarca Daniel Liranzo, director ejecutivo del Consejo Nacional de Zonas Francas de Exportación (CNFZE), en alusión al DR-CAFTA, que abre las puertas del mercado estadounidense a los bienes que se producen en suelo dominicano.
“Estas zonas ofrecen una oportunidad muy importante”, incide Martínez Lázaro. Su atractivo puede aumentar incluso más en el futuro próximo si Donald Trump cumple sus amenazas de imponer aranceles a México, una de las vías de acceso tradicionales al mercado norteamericano. Sin embargo, el profesor del IE puntualiza que, por el momento y a diferencia de lo que sucede con otros sectores, la inversión española en estas áreas de libre comercio dominicanas está aún poco desarrollada.
La República Dominicana cuenta con 92 parques industriales bajo este régimen de incentivo, donde operan 854 compañías de 50 países. De estas, solo 18 son españolas, 15 de las cuales son pymes, recoge el CNFZE. “Existe la impresión equivocada de aquí solo pueden operar empresas grandes, pero no es el caso”, comenta Francisco Lage, presidente de Sym Naval, una compañía mediana con sede en Barcelona, especializada en construcción naval y servicios técnicos para cruceros y mercantes, que se instaló en 2021 en una zona franca del área de Boca Chica –a unos 25 kilómetros de Santo Domingo–. ¿La razón? Su cercanía no solo a EE.UU., sino también a México, Centroamérica, Colombia, Venezuela y Guyana, esboza Lage.
“Además”, añade, “tienes el convenio para evitar la doble imposición, muy beneficioso para la inversión española en cuanto al reparto de dividendos a la matriz, y el convenio de Seguridad Social, que nos permite trasladar personal manteniendo el alta en España”.
Para poner el peso de las relaciones comerciales en contexto, desde la Secretaría de Estado de Comercio de España (SEC) indican que el flujo de inversión española acumulada en la República Dominicana ascendió en 2022 –último dato disponible– a 1.766,44 millones. Por su parte, el intercambio de bienes bilateral ascendió en 2023 a los 1.020,23 millones, con un saldo positivo para las importaciones españolas, que sumaron 892 millones concentrados en bienes de equipo, semimanufacturas y alimentación, detalla Bonet, del Club de Exportadores de España.
España es uno de los principales inversores en la República Dominicana, por detrás de Estados Unidos y alternando entre el segundo y cuarto puesto con México y Canadá. Desde la Secretaría de Estado de Comercio de España (SEC) detallan que en 2023 había 107 empresas españolas establecidas allí. Los principales sectores en los que operan son el turístico (21,3 %), ingeniería y construcción (14,8 %), y energía (9,3 %).
Fuente: Cinco Día/El País