No se puede decir el nombre del delincuente para proteger la identidad de la víctima, pero «La Bestia» (permítanme usar este apodo) aprovechaba los momentos en que se encontraba a solas con su hija para agredirla y abusar de ella sexualmente en la vivienda donde residían. En la evaluación psicológica, la victima manifestó que su padre la abusó sexualmente en varias ocasiones, a la fuerza y bajo amenaza de matar a su madre si contaba algo.
Dentro de lo oscuro y horrible, se vio una pequeña luz: hubo denuncia y la procuradora fiscal Carmelina Soto Reyes, coordinadora de la Unidad de Atención Integral a las Víctimas de Violencia de Género, Intrafamiliar y Delitos Sexuales de Puerto Plata, realizó la investigación del caso, y logró determinar, en el proceso, el patrón de abuso al que había sido sometida la víctima de 19 años. El Tribunal Colegiado dictó sentencia: 15 años de cárcel.
«La Bestia» (recuerden que no se llama así, pero no podemos decir el verdadero nombre) deberá cumplir su condena en el Centro de Corrección y Rehabilitación San Felipe, de Puerto Plata, donde seguramente otros reclusos le enseñarán moral, cívica y otras materias que le faltaron para su graduación paternal.