¿Cómo ser un verdadero macho alfa dominicano? ¡Feliz Día Internacional del Hombre?

Por Néstor Saavedra

Thomas Oaster era director del Centro de Estudios Masculinos en una universidad en Kansas City, Estados Unidos, cuando propuso que todos los 19 de noviembre se celebrase el Día Internacional del Hombre, no en tanto ser humano sino como varón. Eso sucedió en 1992 pero recién con el cambio de siglo se comenzó a popularizar la fecha, aunque, digásmolo de una vez, tiene escasa fama.

Pasado casi un cuarto del nuevo milenio y cuando se habla habitualmente, hasta en foros gubernamentales, de géneros percibidos y terceros géneros, es hora de enfatizar las características del verdadero macho alfa dominicano. Lamento decirles que ya no va más ese estereotipo de la época de Trujillo, bigotes, bastones y sombreros.

El verdadero macho, para inevitablemente hacer sentir su presencia, es el que respeta a la mujer, le pide perdón cuando él se equivoca, la considera en las principales decisiones, confía en el y también le abre un camino para que ella confíe en él.

El varón, con todas las letras, es el que se impone por la única vía imposible de reprobar, el amor. El que, si se enamora, sabe colocar a su enamorada en los lugares más importantes de su vida.

El verdadero hombre también respeta a sus hijos, lo que significa criarlos con el ejemplo, con paz y diálogo. Si no tiene hijos ni amada, de todas maneras estima a sus familiares, amigos, compañeros de trabajo, de escuela y vecinos. Ni más ni menos, a todos los que el Nuevo Testamento llama «prójimos», o sea, los que están «próximos».

¿Esto significa que no va más a jugar al béisbol, no disfruta más de una partida por televisión, no bebe más con amigos, no sale de romo? Los seres humanos siempre tendemos al extremismo: una cosa no quita la otra. Ir a tomar una cerveza con compañeros de trabajo, por ejemplo, no implica que uno va a ser un mal marido, mal hijo, mal hermano, mal padre, un mal hombre. Todo tiene su tiempo. Lo importante es saber colocar las prioridades de tiempo, interés, dinero…

La consigna bíblica es clara. El principal mandamiento es amar a Dios y a tu prójimo, como a ti mismo. Jesús, que la pronunció hace dos mil años, se refería, por supuesto, a tener la autoestima correcta: ni pensar que uno es más por ser macho, ni pensar que uno es menos por ser persona.

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