Por Néstor Saavedra
La pesca deportiva ha experimentado un gran crecimiento desde el final de la última cuarentena: muchas personas empezaron a practicarla como una forma de estar conectadas con el sol, el agua, el medio ambiente, es decir, en ambientes abiertos. Otras que ya pescaban salieron a recuperar el tiempo que el covid-19 les había sacado obligándolos a estar encerrados.
Por su clima tropical, con una gran riqueza y biodiversidad en las aguas marinas, República Dominicana tiene muchas posibilidades de erigirse en un excelente destino de pesca deportiva. Por «pesca deportiva» nos referimos a la que se practica con devolución de todas las especies capturadas, utilizando los servicios locales de guías, venta de combustible, lanchas, hotelería, gastronomía, recuerdos, etc. Se diferencia, así, de la pesca comercial, con muerte y envío al mercado de los pescados, y la pesca artesanal o de subsistencia, con muerte y consumo para familias ribereñas.
Otra de las ventajas de República Dominicana es que se encuentra muy cerca, y con conexiones aéreas directas y rápidas, de Estados Unidos, el país que más ha desarrollado la pesca deportiva en el mundo y, por tanto, el que más turistas pescadores envía a otras aguas.
Se calcula que en Estados Unidos hay más de 60 millones de pescadores deportivos. Sí, leíste bien: cinco veces la población total de República Dominicana. Muchos de esos aficionados están expectantes por conocer nuevos lugares donde disfrutar el pasatiempo que han elegido. Pero no alcanza con tener los peces y la cercanía con los emisores.
Si quiere cautivar a este mercado tan grande, República Dominicana necesita servicios apropiados. El pescador no tiene problemas en pagar entre 7 y 10 mil dólares para capturar, por ejemplo, truchas en el sur del continente. Pero exige una atención adecuada. Nada de improvisaciones ni de servicios incumplidos. Seriedad y respeto.
Una prueba más de que República Dominicana tiene esta posibilidad es observar a qué países vecinos, de estructuras marinas similares, concurren miles de pescadores por año. Por ejemplo, Costa Rica es uno de los destinos muy buscados para pescar tarpones, llamados también sábalos, que seguramente se acarduman en la costa dominicana. En el continente, Panamá y Colombia tienen gran aceptación. Noten tambien que Miami y sus aguas saladas tienen absolutamente incorporada y difundida la pesca deportiva.
Más aún: República Dominicana podría aprovechar muy bien la situación problemática que viven dos países cercanos con enorme aceptación por pescadores de todo el mundo: Cuba y Venezuela. Amigos que los han visitado hace muy poco tiempo ya manifestaron que no retornarán, no por la falta de pesca, que fue abundante, sino por los problemas de electricidad en Cuba y de conectividad aérea y seguridad en Venezuela.
Si el Ministerio de Turismo, a cargo de David Collado, no aprovecha esta coyuntura (no será eterna), otro país lo hará. Los pescadores y sus dólares están disponibles. Solo falta armar operaciones de excelencia con todo lo que ellos precisan y favorecer, de este modo, el empleo formal de muchos habitantes de las costas dominicanas.