El huracán Helene ha dejado una estela de destrucción en el sureste de Estados Unidos, con más de 200 muertos, y rescatistas enfrentan serios obstáculos para llegar a los afectados en zonas remotas.
En las montañas de Carolina del Norte, los voluntarios usan canoas y vehículos todoterreno para acceder a áreas aisladas donde el servicio eléctrico y telefónico sigue interrumpido.
La búsqueda de desaparecidos continúa, pero la falta de recursos y los deslizamientos de tierra dificultan el acceso a muchas comunidades. La región más afectada es Carolina del Norte, donde ríos crecidos y deslizamientos de tierra han arrasado caminos y puentes, complicando aún más las tareas de rescate.
En Pensacola, cerca del Monte Mitchell, los bomberos voluntarios trabajan contrarreloj para rescatar a los que se encuentran en situaciones críticas. Sin embargo, muchas personas, temerosas de perderlo todo, se niegan a abandonar sus hogares, complicando aún más el trabajo de los rescatistas.
A medida que pasan los días, el número de víctimas sigue aumentando, convirtiendo a Helene en el huracán más mortífero en Estados Unidos desde el Katrina.
Con muchas comunidades aún incomunicadas y sin electricidad, la recuperación se vislumbra lenta y complicada, y el temor de que los daños tarden meses en repararse es palpable entre los sobrevivientes que han logrado contactarse con sus familiares tras días de incertidumbre.